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¡No te Preocupes!

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A menudo me preguntaba cuándo ocurriría mi propia “bomba de vida”. ¿Cuándo llegaría ese momento en el que de repente las cosas ya no eran perfectas? Siempre he tenido una gran conciencia de lo afortunada que ha sido mi vida. Nací en una familia maravillosa, tuve una infancia perfecta y había caminado por la vida sin ningún desafío abrumador.

Mientras estaba embarazada de mi segundo hijo, mi esposo, Matthew, y yo luchamos para encontrar atención médica de niños asequible. Estaba trabajando a tiempo completo y financieramente no había manera posible de dejar mi trabajo y quedarme en casa. El miedo tomó control cuando me sentía abrumada, buscando sin cesar una solución. While I was pregnant with my second child, my husband, Matthew, and I struggled to find affordable childcare. I was working full time and financially there was no possible way for me to quit my job and stay home. Fear took over as I became overwhelmed, endlessly searching for a solution.

Una mañana en la iglesia, sentí que el Señor me decía:

No te preocupes”.

El mensaje vino como una orden, y sin duda, sabía que era de Él. Justo ahí en ese momento todo cambió. Al decidir escucharlo y obedecerlo, el Señor tomó inmediatamente mis temores y los reemplazó por su paz. No tenía idea de cómo funcionaría todo cuando con confianza entregué mi renuncia para poder quedarme en casa y cuidar a nuestros hijos, pero confié plenamente en el Señor, creyendo que él proveería.

En las últimas semanas de mi embarazo sentí que el Señor me hablaba de nuevo. Esta vez dijo: “Este bebé necesitará tu atención extra”.

Pensé, “Bueno, entonces ¡es bueno que me estoy quedando en casa!”

Poco después, dimos la bienvenida a Tate Ryan al mundo. Yo había escogido el nombre Tate cuando era una niña. Siempre había querido tener un niño y había pasado años soñando con como Tate sería. El Tate que imaginé era alto y fuerte como su padre, atlético como sus tíos, y una gran personalidad como su abuelo.

Momentos después de que Tate naciera, una enfermera pediátrica de la NICU entró en nuestra habitación para compartir la inesperada noticia de que Tate nació con síndrome de Down. Dos cosas ocurrieron en ese momento: primero, el Señor inmediatamente me recordó Sus palabras “Este bebé necesitará tu atención adicional”, y segundo, estaba devastada.

Las horas después del nacimiento de Tate fueron los momentos más desafiantes que he experimentado. No hubo llamadas de celebración a nuestros padres, sólo un mensaje de texto rápido para hacerles saber que Tate había llegado a salvo. Mis ojos estaban hinchados por las lágrimas de angustia y mi cabeza palpitaba de dolor por todas las preguntas, dudas y pensamientos preocupantes que flotaban en mi mente: “Tate nunca conducirá un coche. Tate nunca se casará. Tate nunca tendrá sus propios hijos. No sé nada sobre el síndrome de Down. No estoy calificada para cuidar de mi propio bebé.” Sin embargo, Matthew y yo sabíamos en el fondo que Tate era nuestro hijo, creado a la imagen perfecta de Dios.

En medio de mi duda, fui testigo de que las palabras del Señor para mí vienen en círculo completo. Lo que pensé que era una palabra del Señor acerca de mi trabajo era mucho más. De alguna manera, en esas horas de duda y miedo, la paz de Dios que trasciende todo entendimiento estaba conmigo. A medida que aparecía la luz del día, las dudas y las preguntas comenzaron a ablandarse, y la paz de Dios se hizo más fuerte. Sus palabras “no te preocupes” eran tan reales incluso cuando abrimos el material educativo del hospital y comenzamos a leer la lista de desafíos que nuestro bebé probablemente experimentaría. En ese momento tomamos la decisión de que buscaríamos la dirección del Señor primero cuando se trataba de cuidar a Tate.

El primer año de Tate fue muy difícil, ya que experimentó varias complicaciones médicas. “No te preocupes” estaba a la vanguardia de mi mente, ya que me familiaricé bien con el hospital infantil y todos los proveedores especialistas de Tate. Cuando llegamos a su primer cumpleaños, estábamos más que emocionados de celebrar el hecho de que él estaba literalmente todavía vivo. Sentimos que habíamos superado nuestras montañas más grandes. Poco sabíamos que unos meses después del primer cumpleaños de Tate, sería diagnosticado con leucemia mieloide aguda y pasaría casi siete meses en el hospital.

El cáncer es una de las peores “bombas de vida” que se me ocurren, y sin embargo todavía veo mi vida como casi perfecta. Sigo creyendo que Dios ha sido tan fiel y tan bueno con nuestra familia. De alguna manera, siento que todavía no he experimentado una “bomba de vida”. Lo que he aprendido es que las bombas destruyen, pero una vida vivida en obediencia al Señor puede sobrevivir e incluso prosperar en medio de la destrucción. Proverbios 4:10 (NLT) dice: “Hijo mío, escúchame y haz lo que te digo, y tendrás una larga y buena vida”. Debido a que tomé la decisión de escuchar Su mandato, he experimentado una paz que nunca podré explicar. Me permitió entregarle las finanzas de mi familia y ver cómo el Señor nos proveyó de mejores formas de lo que podría haber imaginado. Me permitió recorrer los valles profundos con una sonrisa en mi rostro y gratitud en mi corazón. Me dio la oportunidad de iluminar a Jesús mientras caminaba simultáneamente por mis horas más oscuras.

Tate es mucho más el chico con el que soñé. El es un milagro andante y prueba viviente de que Dios lo hizo formidablemente y maravillosamente exactamente tal como Dios quiso. Mi pequeño niño tan gozoso ha tocado más vidas en sus cortos dos años que yo en mi vida entera. El es la persona más fuerte y motivado que yo conozco, y aunque puede haber mas “bombas de vida” en nuestro futuro, Dios ya sabe, y acausa de El, No preocuparemos.

Sobre el Autor

Dannette (Gillum) DeLaMatter es graduada de Eugene Bible College. Actualmente reside en Minneapolis, Minnesota, con su esposo, Matthew, y sus dos hijos, Haley Rae, de seis años, y Tate, de dos años. Le encanta ser ama de casa, servir en su iglesia y apoyar a otras madres especiales de niños con necesidades especiales.

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