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La asombrosa gracia de Dios: aún a través del cáncer

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Por Lisa Hansler

(Fotos por Annie Marek-Barta)

«¿Está sentada?», fue la pregunta que escuché por teléfono del médico que me había hecho la biopsia. Las palabras a continuación fueron las que nunca esperé escuchar: «Tiene cáncer de mama y se ha propagado al menos a uno de sus ganglios linfáticos». En ese momento comprendí que mi vida cambiaría para siempre y perdería mi cabello. 

Lisa y su esposo, Chris, antes del diagnóstico.

Menos de una hora antes de recibir esta llamada que me cambió la vida, me despedí de mi madre que después de su batalla contra el liposarcoma, un tipo de cáncer no común, se fue a estar con el Señor. Nuestra casa estaba toda empacada ya que se suponía que ese día sería nuestro cierre de venta. Sin embargo, poco después de la llamada de mi médico, recibimos una llamada de nuestro agente de bienes raíces diciendo que nuestros compradores cometieron un error y que el cierre de la venta de la casa no se realizaría hasta dentro de diez días. Hasta ahora, usted podría decir que probablemente este fue el peor día de mi vida. Oh, ¿mencioné que este era nuestro treinta y tres aniversario de boda? El 28 de diciembre de 2018 quedará grabado para siempre en mi mente. 

Honestamente, no quería unirme al grupo de «cáncer de mama». Muchas querían animarme con sus propias experiencias, pero yo no estaba lista para aceptar que yo era una de ellas y ahora odiaba el color rosa. Estaba decidida a someterme a un tratamiento con extraños que no tenían siquiera idea que tenía cáncer. 

Lisa visitando la tumba de su madre.

Luego, antes de que comenzara con mi tratamiento, mi gammagrafía ósea y la tomografía computarizada mostraron algo preocupante. Era posible que el cáncer se hubiera propagado a mis huesos, por lo que se ordenó un escáner TEP (Tomografía por emisión de positrones). Este fue el fin de semana más largo de mi vida. Si el cáncer de mama se hubiera propagado a mis huesos, significaría que estaría en tratamiento de cáncer por el resto de mi vida. Derramé muchas lágrimas ese fin de semana. 

Ese domingo supe que tenía que ir a la iglesia a la que asistía mi amiga y mentora Kit Hackett. Sabía que ella oraría por mí. Esto resultaría ser un punto crucial en mi fe. Kit oró contra «los dardos de fuego que el enemigo me había lanzado». Mientras ella alejaba su mano de mi espalda, ¡realmente sentí que algo salía!  

Su pastor, Mike Majack, también oró por mí. Luego dijo: «Estamos contigo y creyendo que la sanidad es para ti. . . a menos que tú creas que Dios ha terminado contigo». 

El pastor Mike no tenía idea de que estaba cuestionando el valor de mi vida para Dios, pensé que Él ya había terminado conmigo. Salí de esa iglesia como una persona diferente y no derramé ni una lágrima hasta el viernes siguiente cuando recibí la llamada de que la tomografía por emisión de positrones (TEP), había salido limpia. ¡Eran lágrimas de alegría! 

 Lisa con su hija Annie en el hospital.

Ese domingo por la mañana Dios hizo algo en mí. De repente me di cuenta del amor, la gracia y la misericordia de Dios como nunca antes. Me recordó de quién era yo. En mí nació una nueva fe que me ayudaría a superar la batalla más dura de mi vida. Por la gracia de Dios, pude pasar por cuatro meses de quimioterapia sin sentir peores efectos nocivos que los que sentiría alguien con náuseas matutinas. Pude seguir corriendo y haciendo la mayoría de mis actividades físicas habituales. Hacia el final estaba un poco más lenta, mi frecuencia cardíaca era alta y tenía que caminar un poco en mis carreras. (De hecho, para mi último tratamiento de quimioterapia yo caminaba más que corría). Pero estaba feliz de poder correr. Dios me llevó a través de mis cirugías, incluyendo una mastectomía bilateral, disección de ganglios linfáticos auxiliares y, recientemente, la primera de mis cirugías de reconstrucción y treinta tratamientos de radiación. Mi oración era que de alguna manera yo tocara vidas, incluso las de aquellos que me ayudaron con mis tratamientos. 

A principios de este año, una compañera sobreviviente de cáncer de mama me preguntó si me enojé con Dios cuando recibí mi diagnóstico. 

«No», le dije. Sentí que el diagnóstico me salvó. Yo ya estaba enojada. Los diez años previos a mi diagnóstico de cáncer habían sido años extremadamente difíciles. Satanás nos había arrojado varios dardos. Habíamos pasado por algo doloroso en nuestra familia, y seamos honestos, el ministerio no siempre es un jardín de rosas. Los cristianos pueden ser tan crueles. (Lo sé porque soy una, una cristiana imperfecta). Mi ira se había convertido en amargura. La amargura se cuela tan sutilmente y actúa como un veneno. 

Aunque Dios no me dio el cáncer, usó lo que el enemigo había pretendido para el mal para despertarme. En Su asombrosa gracia, me ayudó a superar esta batalla, enseñándome muchas lecciones en el camino, todas enfatizando la fidelidad de Dios. Él estaba allí, inclusive cuando me encontré acurrucada en la bañera sollozando justo antes de afeitarme el resto del pelo.  Escribí muchas de las lecciones que aprendí en mi blog [enlace a https://lhansler.tumblr.com/ ] porque no quiero olvidar nunca todo lo que Dios ha hecho y sigue haciendo por mí. Una de las Escrituras que Dios me dio a lo largo de mi travesía fue el Salmo 103: 2-5 (NTV):

Que todo lo que soy alabe al SEÑOR; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí. Él perdona todos mis pecados y sana todas mis enfermedades. Me redime de la muerte y me corona de amor y tiernas misericordias. Colma mi vida de cosas buenas; ¡mi juventud se renueva como la del águila!

 Cuando miro en el espejo, no lamento la pérdida de lo que alguna vez fue, sino que veo un recordatorio de lo mucho que Dios me ama. Yo era, en cierto sentido, como una de esas ovejas errantes que se atascaron y mi Buen Pastor vino a rescatarme. Me lleva a aguas de reposo y conforta mi alma.

Puede ver una entrevista en video entre Lisa y la editora de mensajes, Andrea Johnson, en: https://vimeo.com/473133077/177b57c21d

Sobre la autora

Lisa Hansler

Lisa Hansler creció en la Biblia Abierta y ha servido durante treinta y cinco años junto a su esposo, Chris, en el ministerio de jóvenes, como plantadores de iglesias, pastores principales y, más recientemente, como Directores Ejecutivos de la Región del Pacífico. Lisa también es madre de tres hijos adultos y trabaja como controladora/contable para “Tacoma Plumbing and Heating. A Lisa le fascina contar su experiencia de cómo Dios ha usado su batalla contra el cáncer de mama para continuar renovando su fe en Él. Puede leer el blog en inglés de Lisa en https://lhansler.tumblr.com/ 

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