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La Casa de la Esperanza de los Walker
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5 months agoon
En el año 2017, nos pidieron a mi esposo Dyecol y a mí que fuéramos los pastores interinos de la Iglesia de la Biblia Abierta Palabra de Vida en Lehigh Acres, Florida. Poco sabíamos que nuestras dos semanas como pastores interinos se convertirían en siete años y sumando. Después de aceptar el llamado para ser los pastores permanentes, nos trasladamos a Lehigh en septiembre, justo después del paso del huracán Iván. No había electricidad en la ciudad y parecía que nos introducíamos en la oscuridad y el caos. No me di cuenta de que también estábamos adentrándonos en lo que sería el resto de nuestras vidas.
Dyecol y yo nunca habíamos tenido hijos juntos. Poco después de mudarnos a Lehigh, vimos un anuncio de una agencia de adopción. Dyecol fue a la oficina de la agencia para obtener más información, y no transcurrió mucho tiempo antes de que estuviéramos asistiendo a una clase sobre adopción. El instructor de la clase hizo hincapié en que las posibilidades de adoptar a través del programa de cuidado de crianza serían mucho mayores, y no tardamos en recibir nuestra primera llamada para acoger a una niña de tres años llamada Isabella. Nunca olvidaré cuando vi a aquella niña asustada entrar por nuestra puerta. La tomé en mis brazos, apoyó la cabeza en mi hombro y mi futuro quedó sellado.
Apenas hacía un mes que teníamos a Isabella cuando recibimos una llamada para una segunda niña, María. Ruby, la hermana de María, se uniría a ella unos meses más tarde y, poco después de Ruby, recibimos una llamada para otra hija, la numero cuatro, nuestra primera recién nacida. Esta bebé solo tenía seis días y había nacido siendo adicta a las drogas. Nos dijeron que sus padres no la querían y nos entusiasmó la idea de que pudiera ser nuestra. La acogimos, la desintoxicamos y ella empezó a desarrollarse. Fue entonces cuando su padre biológico decidió que la quería. La situación se complicó aún más porque nuestras esperanzas de adoptar a las otras niñas se desvanecieron casi al mismo tiempo. Estábamos destrozados. Esta experiencia de saborear la maternidad me convenció de que quería volver a ser madre, pero ser padres de crianza era demasiado difícil. Me dije a mí misma: «¡¡¡Nunca jamás!!!». Hasta que recibí la siguiente llamada.
«Sra. Walker, tengo una niña para usted….»
«No lo sé, estamos tomando un descanso.»
«Sra. Walker, le digo que va a querer a esta niña.»
(Respiré hondo.) « Está bien.»
Nuestro asistente social nos trajo a una niña de diez años con unas enormes gafas de abuela, el pelo alborotado y la sonrisa más encantadora. Esa niña entró en nuestras vidas y nos ha cambiado para siempre. Se llama Anna-Tae Walker y es nuestra primera hija adoptiva. Dos meses después, nos presentaron a nuestra hija Heavenly. La amamos desde el momento en que la vimos. A veces, simplemente lo sabes. Le dije a mi esposo: «Ella no se va». Así fue como lo dije, Heavenly Y su hermano Joshua se convirtieron en nuestros hijos a través de la adopción.
A veces Dios te lleva a través de un proceso de pérdida y luego te da una bendición cuando menos lo esperas. No entendía por qué no pudimos tener a las primeras niñas que intentamos adoptar, pero Dios había dicho: «No». Él sabía quiénes eran nuestros hijos.
Pese a tener tres hijos adoptados, seguí aceptando nuevas acogidas. Mis primeras experiencias de acogida casi me destrozan, pero a medida que seguía diciendo «sí» a cada niño nuevo, Dios fortalecía mi corazón con Su fuerza. En lugar de encogerme con cada pérdida, mi corazón crece cuando veo la reunificación de familias. Dios me ha dotado de la capacidad de amar y de «perder».
Una noche, mientras estaba tendida en mi cama, el Señor me dio una palabra: «La Casa de la Esperanza de los Walker». Le dije a mi marido: «Así vamos a llamar a la casa donde criemos a los niños que Dios nos traiga». Empezamos a orar: «Señor, si nos das una casa más grande acogeremos a más niños». En aquel momento, teníamos siete hijos en una casa de tres habitaciones. No pasó mucho tiempo hasta que el Señor nos proporcionó una casa de cuatro habitaciones.
Me llamaron casi de inmediato: «Sra. Walker, tenemos un grupo de tres hermanos.»
«Sabe que tengo siete hijos, ¿verdad?».
«Sí, Sra. Walker, pero usted ha nacido para esto».
Enseguida oí la voz del Señor, recordándome mi oración. Él me había dado una casa más grande; estaba obligada a cumplir mi promesa. Así que salimos corriendo y compramos otra litera.
Actualmente tenemos diez hijos: tres adoptados y siete acogidos. Todos los días, después del colegio, oigo diez voces a la vez, un hermoso caos. Cada vez que digo en voz alta: «Tengo diez hijos», no lo puedo creer; no porque sea demasiado, sino porque me siento cómoda. Cuando sueño con el futuro, me veo con aún más niños, correteando por una gran propiedad y viniendo a cenar alrededor de nuestra enorme mesa de cocina. He encontrado mi vocación y estoy deseando que Dios nos regale una casa tan grande como mi corazón.
Mandé hacer un letrero que cuelga en nuestra casa actual: «La Casa de la Esperanza de los Walker». Cuando lo miro, le digo a Dios: «Esto no es todo. Pero por ahora sí lo es».
Hace siete años, nos mudamos a una ciudad sumida en el caos y la oscuridad. Hoy, vivimos en un hogar de caos y luz. Y mientras observo a mi alrededor la ocupada mesa de mi cocina, nunca me he sentido más entusiasmada con el resto de mi vida.
Sobre la Autora
Taneasha Walker
Taneasha Walker actualmente pastorea la Iglesia de la Biblia Abierta Palabra de Vida en Lehigh Acres, Florida, junto con su esposo, Dyecol. Ella sirve en la Junta Regional del Sureste como Miembro General. Taneasha ha adquirido experiencia en todas las áreas del ministerio, utilizando este conocimiento para cuidar eficazmentla iglesia local como cuerpo, así como también de los niños que le han sido confiados. Es una apasionada de la oración, aplicándola en cada iniciativa. Durante su tiempo libre, sus pasatiempos incluyen leer, cantar y viajar.