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¿En qué estación usted se encuentra?
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1 year agoon
por Gary Khan
Crecí en un lugar en el que había dos estaciones: la seca y la lluviosa.
Luego me mudé a California y donde solo había una estación: la seca. He oído que muchos estadounidenses disfrutan de las cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Debe de ser bonito. Pero, aunque experimentemos dos estaciones o las cuatro, las estaciones simbolizan distintos momentos de nuestra existencia humana, y forman parte integral de nuestra experiencia de la vida. Salomón, el sabio rey y filósofo, comparte ese sentimiento cuando dice que para todo hay una temporada, un tiempo para cada propósito bajo el cielo (Eclesiastés 3:1-8, NTV). Hace algún tiempo, mientras atravesaba una época de sequía, escuché al reverendo Gary Emery, ex superintendente regional de la Biblia Abierta del Pacífico, hablar sobre las estaciones. Sus palabras me llevaron a explorar más a fondo la idea de las estaciones o temporadas. Las siguientes observaciones son el resultado de ese sermón y del estudio posterior.
LAS ESTACIONES SON PROVIDENCIALES
Las estaciones son creadas y dirigidas por Dios. «¡Alabado sea por siempre el nombre de Dios! Suyos son la sabiduría y el poder. Él cambia los tiempos y las épocas, pone y depone reyes. A los sabios da sabiduría, y a los inteligentes, discernimiento» (Daniel 2: 20-21). Del mismo modo, Lucas escribe en los Hechos que Dios es la fuente de nuestra vida, de nuestro aliento y de todo lo que necesitamos. Él es quien determina dónde moramos, y por Él podemos vivir, hacer lo que hacemos y ser quienes somos (Hechos 17:25-28).
Dios es el que determina las estaciones en las que nos encontramos. Él nos puso en este mundo en estos tiempos y en esta estación. Puede que no estemos muy contentos con la elección del tiempo que Dios ha elegido, pero nada de esto es casualidad o error.
LAS ESTACIONES TIENEN UN PROPÓSITO
Desde antes de nuestro nacimiento hasta el momento de nuestra muerte Dios está cumpliendo sus propósitos divinos en nosotros. Cada acontecimiento de nuestra vida tiene una estación, un momento apropiado; no se produce en un orden aleatorio, sino de una manera acorde con el propósito divino (aunque no siempre lo comprendamos). El profeta Isaías declaró que Dios formó nuestra vida en el vientre de nuestra madre (Isaías 44:24), y el profeta Jeremías nos hace partícipes de la declaración que Dios le hizo que «aun antes de formarlo en el vientre de su madre, lo conoció y lo escogió para una obra especial» (Jeremías 1:5). Salomón nos informa de que, si cooperamos con los propósitos y el tiempo de Dios, la vida no carecerá de sentido. Todo, incluso las experiencias más difíciles de la vida, lo hizo «hermoso en su tiempo» (Eclesiastés 3:11-RVR-60).
«Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28, RVR-60).
Deténgase por un momento y reflexione sobre las cuatro estaciones que Dios ha establecido. Incluso sin pensarlo mucho podemos ver fácilmente algunos de sus propósitos. La primavera es el tiempo de los comienzos, de las oportunidades emocionantes y de la anticipación del futuro. Las semillas plantadas durante esta estación echarán raíces y germinarán durante el trabajo del verano, produciendo una cosecha en otoño, cuando cosechamos los frutos de nuestros esfuerzos. En invierno todo llega a su fin.
A menudo, pensamos que la primavera es la infancia y la juventud, mientras que el verano representa la flor de la vida. Con el otoño llegamos a la mediana edad, y todo se hace más lento y se desvanece en el invierno de la vejez.
Cuando aplicamos las estaciones a nuestro crecimiento, progreso o nuestro avance, podemos reconocer que cada estación es única y añade dimensiones importantes a la vida.
- La primavera tiene que ver con el potencial, la promesa, la planificación y las posibilidades. Es una época de oportunidades y comienzos.
- El verano es tiempo de crecimiento y maduración. Las semillas que plantamos en primavera brotan y se convierten en plantas adultas. El verano es la estación del trabajo, en la que invertimos el tiempo y el esfuerzo necesarios para llegar a ser buenos en lo que hacemos.
- El otoño es la estación de la cosecha. Vemos la producción/recompensa de nuestro trabajo. Nuestro arduo trabajo empieza a dar sus frutos.
- El invierno es la estación del descanso, el recogimiento, el retiro y el cierre. Las actividades, las responsabilidades y las relaciones llegan a su fin. Es la época del final. También representa un periodo de descanso, restauración y reflexión.
Dios tiene un propósito para cada estación que atravesamos.
LAS ESTACIONES SON PASAJERAS
Las estaciones no son permanentes, y hasta que Dios detenga el proceso, el ciclo se repetirá. La estación en la que se encuentra ahora pasará pronto. Una vez que pase el invierno, otra primavera estará a las puertas.
«Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado. ¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados» (Isaías 43:18-19, NVI).
Las estaciones no son eternas; son pasajeras. Pasarán y otra estación vendrá después. Es de gran valor poder entender que nuestras estaciones son pasajeras, providenciales y con un propósito; sin embargo, lo más valioso es lo que hacemos en esas estaciones. ¿Cómo deberíamos responder a cada una de ellas?
«El llanto puede durar toda la noche, Pero a la mañana vendrá el grito de alegría» (Salmos 30:5, LBLA).
Acepte su estación.
A menudo, nuestra primera respuesta a una temporada difícil es quejarnos, lo que sin querer la prolonga o, en el peor de los casos, hace que parezca más larga de lo que es. Como resultado, desperdiciamos un ciclo y debemos esperar para repetir la estación.
Los israelitas son un buen ejemplo de ello. Tardaron cuarenta años en asimilar las lecciones necesarias de confianza y obediencia a Dios antes de poder entrar en la Tierra Prometida. En lugar de aprovechar la oportunidad inmediatamente, tuvieron que sufrir temporadas repetitivas durante cuatro décadas. Recuerda que las estaciones forman parte del plan providencial de Dios, que se desarrolla en un tiempo y una secuencia específicos con un propósito. Sea cual sea la estación en la que nos encontremos, es vital que nos comprometamos plenamente con ella y la aceptemos.
La gente quiere con demasiada frecuencia saltarse una estación. Queremos enseguida brincar de la fase idealista de la primavera a la temporada de cosecha del otoño sin invertir el esfuerzo y la diligencia necesarios que debemos poner durante el verano. Sin embargo, esta tendencia suele afectar todo el proceso. La forma en que afrontamos una estación influye profundamente en cómo vivimos las siguientes. Lo que sembramos en una estación repercute directamente en la cosecha que recogemos en otra. Abrazar cada estación en su secuencia correcta y cumplir fielmente las tareas y responsabilidades que conlleva es crucial para un viaje fructífero y satisfactorio.
«Así que no debemos cansarnos de hacer el bien; porque si no nos desanimamos, a su debido tiempo cosecharemos» (Galatians 6:9, TLB).
Por otra parte, aferrarse demasiado a una estación también puede tener efectos negativos. Imagínese llevar ropa de verano en pleno invierno simplemente porque se resiste a dejar atrás el verano y abrazar la realidad del invierno. Una elección así sería incómoda, improductiva y, a menudo, perjudicial. A veces nos aferramos a una estación determinada como una persona que se está ahogando se aferraría desesperadamente a un objeto flotante, reacia a soltarlo para pasar a una nueva fase. Esta conducta puede obstaculizar nuestro crecimiento e impedirnos aprovechar plenamente las oportunidades que nos brinda la siguiente estación.
Así que tenemos a los que quieren apurar la estación y a los que no quieren soltarla. Ninguna de las dos cosas es buena. La forma de vivir una vida lo más plena posible es reconocer cuándo es el momento de soltar, permitiéndonos avanzar y entrar con gracia en la nueva estación que nos espera. Es necesario ser «sensibles a las estaciones» en la forma de vivir, pero hay que tener en cuenta que ninguna estación es perfecta. Cada una tiene sus propios problemas.
Las suaves lluvias de primavera pueden convertirse en lluvias torrenciales que parecen inundarlo todo. O lo contrario. Nos quedamos esperando que llegue la lluvia y nunca llega. Otras veces (como este año), es como si el invierno se prolongara hasta la primavera. Queremos pasar a la siguiente estación, pero la actual persiste.
El verano puede llegar a ser abrasador y seco, y debemos trabajar bajo el pleno sol. Queremos huir del calor y buscar la sombra y el aire acondicionado.
En otoño, la escarcha temprana puede dañar la cosecha.
De nuevo, ninguna estación es perfecta, y no tenemos control sobre ellas. Pero antes de que se desespere, recuerde que sí podemos controlar nuestra reacción ante las estaciones. Las decisiones que tomamos hoy tienen el potencial de producir resultados graves en el futuro. El trabajo arduo que realizamos durante el verano determina las recompensas del otoño y la comodidad del invierno. No podemos disfrutar de una cosecha abundante en otoño si malgastamos el verano durmiendo la siesta. Así que aproveche su estación. Pasará, le guste o no.
Examine su estación.
Aprenda y observe lo que Dios está haciendo.
«Aprendan la lección de la higuera: Tan pronto como sus ramas se vuelven tiernas y sus hojas se abren, ustedes saben que se acerca el Verano» (Mateo 24:32, PDT).
Para aprovechar al máximo el momento en el que se encuentra, debe comprender las características de su estación. Cuando reconocemos la estación, debemos hacer los ajustes necesarios para sacarle el máximo provecho. Busque la ayuda de otros, especialmente de quienes hayan pasado por lo que usted está atravesando ahora, o de los que pueden animarle por estar en una estación diferente a la suya. Lo que no debemos hacer es alejarnos de los demás porque nos molesta que estén en primavera mientras nosotros estamos en el calor del verano.
Pregunte a Dios:
- ¿Qué lecciones me quiere enseñar?
- ¿Qué mediadas debo de tomar?
- ¿Cuál es el plan que debo seguir?
Valore su estación.
Reconozca que Dios tiene el control.
«Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito» (Romans 8:28, NIV).
No olvide que las estaciones son ordenadas por Dios y tienen un propósito. Dios está obrando todas las cosas para su bien. Así que, disfrute de la temporada en la que se encuentra. No la desperdicie; no huya de ella; no tenga una mala actitud al respecto. En lugar de estar infelices o incluso temerosos acerca de donde nos encontramos, deberíamos estar orando:
Padre, usted me ha puesto aquí en este momento. ¿De qué manera quiere utilizarme? ¿Cómo puedo estar a Su disposición para que pueda llevar a cabo Sus propósitos en este lugar? ”
¿Está usted en primavera? Las estaciones de comienzos pueden ser vigorizantes, y la primavera ofrece nuevas oportunidades y posibilidades. En primavera puedes\ sentir que es invencible y no reconocer su dependencia de Dios. Puede que esté entusiasmado con las posibilidades, pero dedique tiempo a comprender cómo esas oportunidades se comparan con los propósitos de Dios. Las decisiones que tome en esta estación prometedora determinarán en gran medida las siguientes estaciones.
¿Está usted en verano? Las semillas que plantamos durante la primavera han crecido hasta convertirse en plantas de gran tamaño. Algunos de ustedes están a punto de cosechar. No se rindan ahora. Tienen calor y están cansados y cerca del borde del agotamiento y quieren adelantarse al otoño, pero adelantarse sería provocar un cortocircuito en lo que Dios está haciendo en ustedes. Mantengan el rumbo. Sigan labrando, sigan regando, sigan cuidando la cosecha y no se den por vencidos.
¿Está usted en otoño? Su arduo trabajo está empezando a dar frutos. En esta época es fácil enorgullecerse y pensar que todo el éxito es obra suya. También es fácil devaluar el aporte de los demás. Pero la forma en que maneje esta temporada de cosecha lo preparará para el siguiente ciclo de temporadas.
¿Está usted en invierno? Maybe your activities, responsibilities, and relationships are winding down. This is the time of finishing well. It is a period of rest, restoration, and reflection.
Recuerde su llamado.
«Que prediques el mensaje, y que insistas cuando sea oportuno y aun cuando no lo sea»
(2 Timoteo 4:2, DHH).
En cada estación usted es un testigo del poder y la soberanía de Dios. La respuesta que usted tenga en las temporadas buenas y malas, en los tiempos de bendiciones y de desafíos, predica un mensaje a las personas que lo rodean. ¿Cómo responde usted a las estaciones de su vida? ¿qué comunica a los que le rodean acerca de Dios?
Sobre el Autor
Gary Khan fue pastor de la Iglesia de la Biblia Abierta Desert Streams en Santa Clarita, California, durante 32 años. Actualmente es director ejecutivo de operaciones de Marketplace Chaplains en el sur de California. También es director de distrito para el distrito sur de California/Arizona/Hawaii. Gary es autor de los devocionales Greater (Más grande) y Reset (Reinicio), así como de su libro titulado That Didn’t Go the Way I Thought: Navigating the Ups and Downs of Our Journey of Faith (Eso no salió como yo pensaba: Cómo navegar por los altibajos de nuestro viaje de fe). El mayor logro y gozo de Gary es el de ser esposo de DeLaine desde hace 32 años y padre de tres hijos increíbles (dos biológicos y uno «adoptado»).
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Forever a New Creation: How God Led Me from Refugee Roots to a Life of Mission
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2 days agoon
December 20, 2024The diaspora of the Tai Dam refugees in 1975 to Des Moines, Iowa, fueled a first generation of Tai Dam Americans adapting to new ways of life, blending language, culture, and embracing the numerous opportunities in the US. I was part of that first generation. Three years after my parents’ settlement in Iowa, I was born and became the first in my family to acquire an American education and step into a church. We were blessed to have Christian sponsors who helped us transition from our homeland to America.
Every Sunday, our sponsors would take me, my sister, and several of my cousins to church service at the First Church of the Open Bible. Naomi Young was one of the many people who was significant in my life; she gave me my first Bible. Through the faithfulness of Naomi and others at the church, seeds of faith were planted as I was told about a man named Jesus who died on the cross for me. I was curious, but I did not understand and did not accept Him into my life at that time. Attending church was short-lived, coming to a halt when I was eight years old. The seed that was planted in me could not grow because it was never nourished with Truth at home. My parents and grandmother believed and practiced animism and ancestral worship, which is the veneration and honoring of the dead. Confusion infiltrated my mind, and my desire to attend church ceased. While I abandoned everything that was taught to me in Sunday school, I always kept my Bible in a special place underneath my pillow because something in my heart could not throw it away.
When I was twenty-two years old, my cousin took me to a Buddhist temple to have my fortune read. There, sitting in front of me, were three monks. One monk opened his notebook, wrote in it, then read to me my childhood, present life, and future life story up to the time I would turn thirty years old. He then shut his notebook and told me, “I am done.” When I asked him, “Why?” he told me only, “I cannot read you anymore.” That same week I went to a card reader and had my fortune read. Again, he read my childhood, present life, and up to the age I would be thirty, then stopped. I told him, “You are the second person that could not read me past thirty; tell me – do I die?” He quickly gathered his cards, saying only, “I cannot tell you.”
Throughout my adult life in my twenties, I was in an unhealthy, abusive relationship, which led to an alcohol addiction. When I was twenty-six, I became pregnant and had my daughter, Kaylee, on January 31, 2005. God was already working in my life, and I did not know it; He was molding me and reminding me of who He was through the darkest moments of my life. Around that time, I came upon a childhood friend who worked as a cashier at Hy-Vee; she would tell me, “Soukham, God is so good.” Though I resisted, the words she spoke over me resonated in my heart. Not long after, I found myself attending her funeral. Worship and praise were included in the Christian service. I was confused, but a part of me had the desire to know more about the God they said was so good and how through Him there would be no more pain and suffering. When I left the funeral, the Lord continued to reveal Himself to me through divine encounters. In July of 2008, I took a position at Nationwide Insurance where I reconnected with an old high school friend. She invited me to a Thanksgiving potluck at her church, and my walk with the Lord began soon after.
I was thirty years old when I accepted Jesus Christ as my Lord and Savior. The verse that will remain with me forever is 2 Corinthians 5:17: “Therefore, if anyone is in Christ, the new creation has come: The old has gone, the new is here!” (NIV).
Now I understand why the monk and card reader could not read my life past the age of thirty. At that age, I became a new creation because of Jesus Christ, and the enemy no longer had a hold on me! Jesus continued to bless me and my daughter. Amid my pain and struggles, God brought a man into my life, my husband Othone (Pong), who became a father to Kaylee. We got married on September 15, 2010. Together the Lord blessed us with two more children, Isaac and Silas. In 2017, the Lord called us to serve in Iowa at Kingdom Life Church (now Kingdom City Church).
In November 2021, the Lord instilled in Pong’s heart a dream to build a charitable foundation to address needs in the vulnerable communities of Southeast Asia. The foundation would have a Christ-centered vision: to make and equip future disciples, providing them with sustainable resources and empowering them to advance beyond their current situation. Through continuous prayer and the Lord’s guidance, the foundation was born in April 2023 and officially named Nations in Need (NIN). Recently in 2023 and 2024, the Lord took Pong, Kaylee, and three of our brothers, Ap, Peng, and Bay, on trips to Southeast Asia where they built relationships, served the communities, ministered to the people, and spread the good news about Jesus Christ. Today, NIN has branched into multiple communities in Southeast Asia. Through the work of a future center in Southeast Asia, we will expand NIN’s mission and go wherever the Lord leads.
Throughout my whole life God has carried me, even when I didn’t know it. From the Tai Dam little girl who was born in America and met Jesus in an Iowan church, to the woman who is now taking the hope of Christ back to Southeast Asia, His hand has been in every chapter of my story. Whether the next chapter is in America, Southeast Asia, or somewhere else, I will follow Christ, forever His new creation.
About the Author
Soukham Khanthavixay
Soukham Khanthavixay and her husband, Pong, are active members of Kingdom City Church in Des Moines, Iowa. They reside in Pleasant Hill, Iowa, with their three children and two dogs. Soukham is a registered nurse at a local county hospital and also works for Nations in Need (NIN), the ministry her husband founded. Her family and ministry team work together to expand the mission of NIN and spread the gospel. To learn more about Nations in Need, follow them on Facebook or Instagram: @nationsinneed.
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Joining the Family and Spreading the News
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2 months agoon
November 1, 2024By
Rob BraySpirit and Truth Church began as a dream amidst the stormy backdrop of January 2021, during the COVID-19 pandemic. Despite the challenges that the world faced, we found ourselves thriving, anchored by the belief that God’s plans always prevail. As we say on our website, we are passionate about helping people “find freedom in the fullness” of both the Spirit and the Word. This foundational vision has carried us through times of uncertainty and propelled us forward.
Yet, for all our successes, we reached a point where we felt like we were on an island—thriving, yes, but lacking the covering, coaching, counsel, and care that every church needs to flourish long term. In 2022, at the first MOVEMENT conference, God spoke directly to my heart, telling me that Spirit and Truth Church was meant to be part of the Open Bible Church family. This call was a turning point for our ministry. In 2023, I was credentialed through Open Bible Churches, and in February of this year (2024), we became officially affiliated with Open Bible Churches’ Mountain Plains region. Since then, the blessings have been immense.
Being part of Open Bible has been transformative for us. We have received so much investment, training, and support. Open Bible has helped us shore up essential aspects of our ministry: leadership, organization, staffing, budget, facilities, and more. Our growth has been remarkable—we’ve doubled in size, growing from 60 to 120 regular attendees in the past year. This growth, I believe, is a testament to both the godly covering of Open Bible and the Spirit-led outreaches we engage in. Our church has a culture of lifestyle evangelism and hospitality where all our members are witnesses and welcomers. In addition, we have forged strategic partnerships with other ministries.
One of the most exciting partnerships we have is with Every Heart Tours, a ministry led by fiery, Jesus-loving college students from Michigan. These students come to stay with us for a week at a time, engaging in outdoor worship outreaches and “prophetic treasure hunts.” If you’re unfamiliar with this term, a prophetic treasure hunt is an evangelistic practice where participants ask the Holy Spirit to reveal specific details about people they will meet, and then they go into the community to find these “treasures.” It’s a beautiful, Spirit-led adventure allowing us to partner with God and minister to people in our city in a unique way. We’ve seen so many lives touched and transformed through these treasure hunts.
One of the most powerful testimonies from these outreaches happened this summer (2024). We had a team of prophetic ministers giving specific words to people as we worshipped in Fort Collins Old Town square. We preached the gospel boldly, and by the end of the night eleven people made the decision to be baptized! We walked down to the Poudre River and witnessed the supernatural power of God as they went under the water and came up renewed. It was a moment that felt like the early church, where “the Lord added to their number daily” (Acts 2:47 NIV).
Of course, ministry isn’t always easy. We’ve faced rejection and opposition. But we hold firm to the truth of Romans 1:16: “For I am not ashamed of the gospel, because it is the power of God that brings salvation to everyone who believes.” The harvest is plentiful, and we’ve seen this reality unfold before our eyes. As we continue to partner with ministries, step out in faith, and preach the gospel, we trust that God will continue to bring more people into His kingdom.
Our journey with Open Bible has been a testimony to God’s faithfulness. What started as a small church plant in Northern Colorado has since grown into a vibrant community reflecting the heart of God for His people. We remain committed to spreading the good news and making sure outreach and evangelism are at the heart of our ministry. The harvest is ready, Open Bible fam – let’s go bring it in!
About the Author
Rob Bray
Rob Bray is a marketplace and ministry leader with over a decade of experience in both business and church contexts. He is the founder and lead pastor of Spirit + Truth Church, an Open Bible Church in the Mountain Plains Region. Rob has catalyzed successful companies, grown healthy ministries, and spoken at influential conferences, workshops, and events. Rob’s expertise and passion have made him a trusted advisor and coach for leaders and entrepreneurs seeking breakthroughs in multiple areas including life, marriage, and business. Rob and his wife Bethany live on their homestead in Fort Collins, CO, with their six children: Nehemiah, Nora, Noelle, Neely, Nayla, and Nicholas. In their spare time, they enjoy hiking, paddle boarding, and snowboarding.
As we approach another election season, we find ourselves once again in an environment bringing tension, division, and uncertainty to people, including those within the Church. It is during times like this, however, that we as the Church can shine brightly. In the face of debates, advertisements, and news that may stir anxiety, we have a divine opportunity to anchor people to the unchanging hope of Christ.
The apostle Paul instructs us that “our citizenship is in heaven” (Phil. 3:20 NIV), and as followers of Christ, our ultimate allegiance is to God and His kingdom. While politics does have its importance and influence, it is reassuring to know our hope is not based upon human leaders or systems but in the Lord who reigns over all.
There is no question that, as followers of Christ, we should engage in our civic duties with a kingdom-minded perspective and a biblical worldview. We vote, we pray for our leaders, we seek the welfare of our communities (Jer. 29:7), and we engage others with love. And as we do all of this, we hold to the truth that God’s sovereignty transcends the outcomes of elections.
In times that seem unstable or fragile, God’s Word tells us “we are receiving a kingdom that cannot be shaken” (Heb.12:28). We serve an “unshakable kingdom.” Governments change, leaders come and go, and through it all, God’s kingdom remains. It is unshakable, eternal, and built upon His righteousness and justice. No election can alter the reality of God’s sovereignty nor shake the foundation of His authority. It is His church that holds the keys to unlock heaven on earth and bring light to the darkness.
Here is the reality we stand upon: It is God who “controls the course of world events; He removes kings and sets up other kings” (Dan. 2:21 NLT), and “the king’s heart is in the hand of the Lord” (Prov. 21:1 KJV).
Because of this truth, we can embrace Paul’s word to the Philippians: “Don’t worry about anything; instead, pray about everything. Tell God what you need, and thank him for all he has done. Then you will experience God’s peace, which exceeds anything we can understand. His peace will guard your hearts and minds as you live in Christ Jesus” (Phil. 4:6-7 NLT). Based on this passage, if we are a people of prayer who walk in faith, seek God’s wisdom, and are grateful, THEN we know we will experience a peace that goes beyond natural understanding. I am reminded, comforted, and convinced of this truth, and it is an anchor to my soul.
This November’s election will be followed in December by the celebration of Christ’s birth. What a perfect time to remember that Jesus is Emmanuel – God with us. This name, given to Jesus, is more than just a title; it is a promise that no matter what happens around us, God’s presence is constant and unchanging.
Whether the outcome of the election brings joy or disappointment, whether policies align with your hopes or create concerns, remember Emmanuel – God is with us. He is present in our churches, in our communities, in our families, and in our lives. He is not distant or disconnected; He is personally and actively involved in the lives of His people. Whoever is elected and however people respond – God still sits on the throne, His Kingdom is unshakable, and His plans are unstoppable. GOD IS WITH US.
Some practical steps for consideration:
- Pray for our leaders, regardless of who they are: Pray for their wisdom, discernment, and a spirit of humility.
- Stay united as the body of Christ: Let a heart of unity, love, and the bond of peace be what others see.
- Keep an eternal perspective: Engage in the political process, but keep your eyes fixed on Jesus, the author and finisher of our faith.
- Live out the things that will remain: faith, hope and love.
About the Author
Michael Nortune
Michael Nortune serves as president of Open Bible Churches. He has ministered in the local church faithfully for 35 years. From his start as a janitor and groundskeeper to lead pastor of Life Church in Concord, California, Michael has had the opportunity to gain experience in every capacity within the church throughout his ministry. Not only does he have hands-on experience on the local level, but Michael has also led at the district, regional, and national levels within Open Bible Churches. Michael and his wife Julie currently reside in Colorado and love living near five of their six children and their spouses. They also treasure the time they spend with their other daughter who lives in Alabama with their first (but not the last) grandson!