Connect with us

Spanish

Vale la pena el costo

Published

on

por David Borntreger

Malinda y yo crecimos en hogares amish tradicionales y felices. Tengo cinco hermanos y cinco hermanas; Malinda viene de una familia de doce. Después de que Malinda y yo comenzamos nuestra propia familia, continuamos con el estilo de vida amish que siempre habíamos conocido.

Comenzamos a tener más hambre de Dios, lo que nos motivó a leer todo lo que pudimos encontrar acerca de la fe. Y eso nos llevó a cuestionar algunas de nuestras tradiciones. Comencé a preguntarme por qué no ministramos a personas fuera de nuestra comunidad, así que un día le pregunté al obispo su opinión sobre el apoyo a ministerios como los que proveen Biblias a la gente en China.

Él respondió: “Nuestro énfasis está en cuidar de los nuestros. No tenemos seguro, así que si alguien tiene que pagar una cuenta de hospital, lo ayudamos”. Para mí eso no tenía sentido. La Biblia habla de ir por el mundo y predicar el Evangelio. Ignoraba que mis ojos estaban comenzando a abrirse.

Cuando le pregunté a mi papá por qué no nos acercamos a personas de otros países, dijo: “La cuestión es que si vas a otros países, pondrías en riesgo tu cultura”. Por ejemplo, no se nos permite tener una identificación con foto. Incluso, en la comunidad no está permitido subirse a un avión.




!David y sus hijos trabajando duro!

Uno de los libros que leí mencionaba algunas de nuestras prácticas como ocultistas. Eso me llamó la atención. Una de las prácticas que cuestionó el autor fue la radiestesia para la búsqueda de agua. Por lo general, la persona que realiza la “radiestesia” sostiene dos palos o varillas y camina alrededor de una propiedad con la esperanza de que las varillas se hundan, se muevan o se crucen cuando la persona camina sobre un terreno donde hay agua subterránea. Esta y otras tradiciones similares han estado arraigadas en nuestra cultura durante muchas generaciones.

Hace unos cinco años, poco después del Día de Acción de Gracias, fui a hablar con mi papá sobre algunos de estos temas que planteaba el libro. Cuando llegué a su casa, resultó que no estaba, así que comencé a hablar con algunos de mis hermanos que todavía vivían allí. Recibí diferentes reacciones de parte de ellos. Finalmente mi papá entró y se sentó. Escuchó por un momento, y luego, con una voz autoritaria que nunca había escuchado antes, dijo: “¡Deja ese libro y no lo vuelvas a mencionar en esta casa!”.

Sabía que estaba a punto de descubrir algo grande. Hablé con algunas otras personas, pero luego el obispo me comenzó a perseguir. No me di cuenta cuánto se había ofendido. Los amish valoran mucho a sus antepasados y sus tradiciones. Todo se convirtió en una especie de circo. Pronto, toda la comunidad supo que estaba abordando temas problemáticos, creando conciencia. Estaba confrontando nuestras arraigadas tradiciones. El obispo dijo que no quería defender necesariamente la radiestesia, pero como uno de los diáconos que él conocía todavía la practicaba, tampoco quería condenarlo.

Sentí que tenía pruebas fehacientes de que esta costumbre estaba errada, pero no se nos permitió condenarla porque nuestros antepasados la habían practicado. La radiestesia abre la puerta a la adivinación. Algunas personas usarán la varilla para otros fines. Le harán preguntas sobre el futuro. Saben que la práctica no se basa en la ciencia, pero atribuyen los resultados a Dios. También me enteré de que otras personas recurrían a otras prácticas ocultistas, pero la situación se estaba encubriendo. Mi esposa y yo estudiamos más sobre el Espíritu Santo con el aporte de algunos amigos cercanos. Nos interesamos en ciertos ministerios proféticos bíblicos, ¡una locura para un chico amish! Me hice conocido como un rebelde.

Una foto tomado en el momento en que la famlia salía de la iglesia Amish.

Por esa época, Malinda estaba estudiando la Biblia. En nuestra iglesia amish los ministros son los predicadores; los laicos no tienen la oportunidad de compartir. Al resto de nosotros se nos dan pasajes específicos seleccionados para leer en el próximo servicio. Nuestros líderes nos desaniman de querer profundizar demasiado en la Palabra o estudiarla por nuestra propia cuenta porque temen que seamos engañados.

Cuando Malinda leía un pasaje, decía: “Mira esto, David, ellos lo predican de esta manera, pero la Biblia lo dice de esta otra”.

Yo respondía: “No puedes ir en contra de lo que enseñan los predicadores”, a lo que ella respondía: “Pero ellos no están predicando lo que dice la Biblia”.

Me volví más consciente de lo que enseñaban los predicadores. Siempre nos exhortaban a mantener las tradiciones de los ancianos. Se dice que nuestras tradiciones están basadas en la Biblia, pero lamentablemente, al igual que los fariseos, confiamos en las tradiciones más que en Dios. En Mateo 15, los fariseos y los maestros de la ley religiosa persiguieron a Jesús por permitir que sus discípulos quebrantaran los mandamientos (como lavarse las manos). Jesús les dijo que estaban violando los mandamientos directos de Dios debido a sus tradiciones. Me di cuenta de tantas similitudes entre los judíos ortodoxos y los amish. Si miras una foto de un hombre amish y un judío con atuendo negro y sombrero de ala ancha, es difícil notar la diferencia. De hecho, me han preguntado si puedo hablar hebreo. Yo digo: “No, no soy judío, soy amish”.

Malinda y yo profundizamos en la Palabra. ¡Amamos la iglesia del Nuevo Testamento! Teníamos tantas preguntas: “¿Por qué no tenemos esas experiencias (del Nuevo Testamento)? ¿Por qué nadie habla en lenguas?”. Nadie respondió a mis preguntas.

La mayoría de los amish de nuestra comunidad piensan que no puedes saber si vas a ir al cielo o no. Creo que esto demuestra de que los amish, como los judíos, son muy legalistas, con mentalidad del Antiguo Pacto. Confiesan a Jesús, pero creen en una salvación basada en obras. Es muy confuso. No comprenden la parte más emocionante del Evangelio, ¡que Jesús pagó el precio de nuestra expiación a través de nuestra fe en Él!

Al crecer, no obtuvimos mucha información sobre el bautismo. A los dos nos habían bautizado por aspersión cuando éramos jóvenes. Solía preguntarme por qué no practicamos el bautismo por inmersión como lo hacían en el Nuevo Testamento, y luego uno de los parientes de Malinda le dio un libro que explicaba lo que significaba el bautismo en el idioma original. Aprendimos que la inmersión es el método bíblico para el bautismo. Estudiamos Romanos 6, que dice que somos “sepultados con Cristo” mediante el bautismo. Cuando te entierran en la tumba de agua, es como si tu viejo hombre estuviera siendo sepultado. Eres una persona nueva. Descubrimos que la inmersión es la forma más común de bautismo, especialmente en los países perseguidos.

Nuestro dilema era este: ¿cómo se bautiza alguien por inmersión en la iglesia amish? No permiten el bautismo por inmersión. No estaba en nuestra tradición. Presenté nuestro deseo al ministerio y no me fue bien. Ellos no lo harían. Nos dijeron que estábamos descontentos y que nuestras familias nos excomulgarían y condenarían si nos bautizábamos por inmersión.

Esto nos llevó a la decisión más difícil de nuestros treinta y tres años de vida: Obedecer a Dios o al hombre. Ambos éramos parte de familias muy unidas. La posibilidad de ser apartados de ellos era más que dolorosa. Y sin embargo, sentimos que necesitábamos someternos a Dios en todo lo que nos pedía hacer.

Desesperado, clamé a Dios por una palabra de confirmación. Uno o dos días después, un carro llegó hasta nuestra casa. Dentro había una dama que apenas conocía. Sus mejillas estaban empapadas de lágrimas.

Le pregunté: “¿Por qué está aquí?”Ella me dijo: “El Espíritu Santo me envió”. Ella relató que durante una semana, el Espíritu Santo le había puesto una carga pesada para orar por nosotros.“¿Por alguna razón específica?”. Yo pregunté.Ella dijo que no y nos aseguró que no sabía nada de nuestro dilema.“Entonces, ¿no nos está diciendo que volvamos a la forma de pensar de los amish?” Le pregunté.“No, en absoluto”.

Doy gracias al Señor por su confirmación. El 16 de junio de 2020, Malinda y yo fuimos bautizados por Mark Smith en Crystal Lake, Iowa. Fue una experiencia maravillosa salir del agua sabiendo que habíamos hecho lo que Dios quería. Animo a todos a seguir a Cristo a través del bautismo, es mucho más simple que otras cosas que Dios nos pide que hagamos, como tener siempre pensamientos puros.

Fue tan simple, pero nos costó muy caro.

Cuando nuestra iglesia se enteró de que habíamos sido bautizados por inmersión, nos expulsaron. Fuimos condenados. Fue difícil. Acabábamos de ser bautizados; no queríamos perder a nuestras familias ni a nuestra iglesia. Antes de esto éramos unidos con nuestras familias. Ahora nuestros hermanos y hermanas piensan que “fuimos demasiado lejos”, que estamos locos. Los familiares de Malinda en Wisconsin creen que abandonamos nuestra fe. Su madre le envió una carta diciéndole que ya no era bienvenida en su hogar. No somos bienvenidos a asistir a funerales o a bodas, incluyendo a los de los miembros de nuestra propia familia.

La familia Borntreger hoy, frente a la Primera Iglesia de la Biblia Abierta en Clear Lake, Iowa.

Nos convertimos en marginados. Nos echaron de nuestra iglesia. La gente de nuestra comunidad amish no puede tener tratos comerciales con nosotros. Casi todos nuestros conocidos amish nos condenan y murmuran de nosotros. Nuestros hermanos menores, aunque están más abiertos, no nos pueden hablar. No quiero causar más problemas, así que no trato de hablar con ellos. Hace poco pasé por una subasta de granjas amish y todos me miraron fijamente como si me iba a ir al infierno.

Todavía estamos sufriendo. Pero estamos muy agradecidos por nuestra familia en la Primera Iglesia de la Biblia Abierta en Clear Lake, Iowa, especialmente Will y Joyce Hunsaker y Adam y Katie Henaman, quienes nos dan consejos sobre nuestro caminar con el Señor.

Le tomamos la palabra a Jesús cuando nos dijo que debíamos “ir, y hacer discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Este simple acto de obediencia nos ha costado caro, pero ha valido la pena.

About the Author

David y Malinda Borntreger viven en Northwood, Iowa, y asisten a la Primera Iglesia de la Biblia Abierta en Clear Lake, Iowa. David trabaja por cuenta propia y pasa gran parte de su tiempo criando cabras y cultivando verduras. Los Borntreger tienen nueve hijos.

Para ver el testimonio de David y Malinda, diríjase a:
Disponible solo en inglés.

Spanish

Mi viaje: En tiempos de guerra, hallé el refugio de Dios.

Published

on

Vivir y servir en un país extranjero implica adaptarse a nuevas culturas, idiomas y diversas situaciones. Durante mis treinta años como misionera, me he enfrentado a estos desafíos en múltiples países e idiomas. Sin embargo, ninguna de mis experiencias pudo haberme preparado para enfrentarme a la realidad de la guerra: Su impacto en la vida, el ministerio y la fe. 

Llevaba trece años viviendo a tiempo completo en Ucrania cuando se produjo la invasión inicial en 2014. Aunque el conflicto me aterrorizaba, me resultaba algo lejano; con el tiempo, aprendí a navegar entre el estrés de la amenaza de la violencia y la incertidumbre que parecía continuar en todas partes. Pero todo cambió el 23 de febrero de 2022, con la invasión masiva. Ucrania entró en un capítulo oscuro con un futuro incierto, y yo también.

… todo cambió el 23 de febrero de 2022, con la invasión a gran escala. Ucrania entró en un capítulo oscuro con un futuro incognoscible, y yo también

Los primeros meses de la guerra los pasé en Estados Unidos. Aunque estaba físicamente «a salvo», mi corazón seguía en Ucrania. Quería estar con la comunidad de INSTE, los vecinos y otros seres queridos que se habían convertido en mi familia, no sólo por mi amor y preocupación por ellos, sino porque hay poder en estar físicamente presente; hay un poderoso ministerio de simplemente estar con otros en su sufrimiento. Al igual que Dios promete en el Salmo 91:15 (NVI), «Yo estaré con él en la angustia», me sentí obligada a personificar esa presencia para los ucranianos.

Regresar a Ucrania en octubre de 2022 significó enfrentar una nueva e inquietante realidad. Las sirenas antiaéreas, los ataques con misiles y los drones armados forman parte de la vida cotidiana. El Salmo 91:5 promete: «No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día» (NTV), pero aun vivir esta realidad presenta un desafío. En 2024, los cielos ucranianos fueron invadidos de drones de ataque o misiles cada día y cada noche. El temor es una respuesta natural al peligro, pero la valentía consiste en confiar en Dios a pesar del miedo. Para mí, dar un paso adelante, aunque se me haga un nudo en la garganta, es un acto de fe.

Uno de los muchos edificios bombardeados por las fuerzas rusas.

Me sostiene la promesa del Salmo 91 que dice que Dios estará «con nosotros en la angustia», me ayuda a reconciliar la tensión entre “no temer” y “hacer las cosas con temor”». El temor no nos incapacita para obedecer; a menudo es el lugar donde encontramos la voluntad de Dios y experimentamos Su presencia de manera profunda.

Mi ministerio principal siempre ha sido equipar líderes a través de INSTE Global Bible College, pero mi enfoque ha cambiado durante la guerra. En esta temporada el Señor me ha permitido atender a las necesidades humanitarias de los ucranianos con la ayuda de los patrocinadores de la Biblia Abierta y una amplia red de amigos y socios del ministerio. Por ejemplo, hemos provisto baterías y lámparas a los adolescentes huérfanos que viven independientes para pasar las largas noches sin electricidad.

Manual de PTSD traducido y distribuido a los ucranianos

En otras ocasiones, hemos comprado medicinas para vecinos enfermos y ayudado a ancianos a pagar tratamientos médicos. Hemos enviado ayuda económica, ropa y nuestra oración a los que están en primera línea. También hemos traducido, impreso y distribuido miles de folletos sobre cómo lidiar con el trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Mientras que otros proporcionan ayuda humanitaria a gran escala, mi papel consiste en realizar pequeños actos de bondad. En el mercado, busco «la ayuda del Espíritu Santo» y encuentro a abuelas en apuros a las que ayudo con dinero para comida, las bendigo y les recuerdo que Dios ve su necesidad. Cada una de estas pequeñas acciones sirve como recordatorio tangible del amor y la luz de Dios en tiempos difíciles.

Las víctimas de la guerra son numerosas. Los problemas cotidianos son la inseguridad alimentaria, la interrupción de los sistemas educativos y la falta de electricidad. Las familias se han visto desplazadas y desintegradas; algunas tienen hijos que asisten a la escuela en otros países, otras tienen familiares en el frente, desaparecidos en combate, prisioneros de guerra o en una tumba. Comunidades destrozadas y el curso de muchas vidas alterado para siempre. A lo largo de los años hemos tenido miles de estudiantes de INSTE en toda Ucrania, muchas de cuyas vidas han cambiado drásticamente a causa de esta guerra.

Soy testigo de una resiliencia increíble en los defensores que son superados en número y armas en las líneas del frente, en las madres que mantienen unidas a las familias y en los niños que atraviesan pérdidas inimaginables.

A pesar de esto, soy testigo de la increíble resiliencia de quienes combaten en primera línea, que están en minoría y tienen menos armamento, de las madres que mantienen unidas a sus familias y de los niños que afrontan pérdidas inimaginables, incluida una infancia normal. Su fortaleza refleja la verdad de que Dios no les ha abandonado. En sus historias veo destellos de esperanza, recordatorios de que incluso en los momentos más oscuros brilla la luz. Su resiliencia me inspira.

Ha sido difícil afrontar la captura de mi ahijado Max, un soldado de diecinueve años, por parte de las fuerzas enemigas. El dolor de no saber nada de él es inmenso. Pedimos por su alma. Todos los ucranianos tienen su «Max», alguien cuyo futuro desconocido provoca un dolor insoportable.

A medida que reflexiono sobre estos años de guerra, me doy cuenta de lo mucho que ha transformado mi vida, mi comprensión de la compasión y mi fe. La guerra me ha sometido a pruebas que no esperaba, pero también ha fortalecido mi fe.

El Salmo 91 sigue siendo un consuelo para mí: no una promesa de un camino fácil, sino de la presencia de Dios. Es en su refugio donde hallo fuerza para ministrar y para creer en sus promesas. Y es ahí, incluso en tiempos de guerra, donde he encontrado el refugio de Dios


Sobre la autora

Tammy Swailes

Tammy Swailes es una apasionada de la educación cristiana transcultural, así que trabajar con el Seminario Bíblico INSTE para discipular y equipar a líderes en toda Europa y más allá es una gran oportunidad. Tammy lleva viviendo en Europa desde 1999, primero en Hungría y ahora en Ucrania. Anteriormente, vivió en Japón y en Spokane, Washington. En la actualidad, Tammy trabaja como directora regional de INSTE en Europa, donde coordina los programas de INSTE en cinco idiomas. Tammy es licenciada en Misiones y Educación Cristiana, y tiene un máster en Estudios Interculturales. Entre sus aficiones favoritas se encuentran la fotografía, el buen café, las experiencias multiculturales y el perrito yorkshire de la familia.

Continue Reading

Spanish

Vivir como enviados: Ver y suplir las necesidades de los que nos rodean.

Published

on

«…Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes» (Juan 20:21, NTV).

En este número de El Mensaje de la Biblia Abierta descubrirá algunas historias maravillosas de cómo Dios está utilizando a gente común y corriente para tocar y transformar vidas y comunidades. Leerá cómo la gente está abriendo sus ojos y sus corazones para mostrar y compartir el amor de Jesús al «vivir como enviados». 

Durante mis primeros años de ministerio, escuché una frase del conocido pastor Tommy Barnett que nunca olvidé: «El ministerio consiste en ver una necesidad y suplirla». La definición que daba del ministerio era sencilla, pero profunda.  

Los miembros de Life Church sirven a la comunidad durante el domingo iServe.

Aunque quizá este enfoque resulte simplista, se me quedó grabado, tal vez porque resume gran parte de lo que vemos hacer a Jesús en su ministerio. Las Escrituras nos dicen que «Jesús anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que eran oprimidos por el diablo» (Hechos 10:38, NTV), y que «no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.» (Marcos 10:45, RVR-1960). 

La cita de Barnett también nos ayuda a ver el ministerio como algo más cercano, práctico y accesible para todos los seguidores de Jesucristo. Elimina la percepción de que el ministerio es algo que solo hacen los pastores, los «super cristianos» o unos cuantos elegidos. Transmite una comprensión bíblica de lo que cada persona puede hacer para compartir el amor de Cristo con los demás.

Por último, esta cita lo sitúa fuera de las paredes de la iglesia. El ministerio no se limita a un lugar concreto o a un grupo específico de personas, sino que ocurre tanto dentro como fuera de la iglesia.

 

En nuestra declaración de visión se encuentra el valor central de la misión: llegar a quienes están separados de Cristo, multiplicar a los discípulos que están creciendo y formar a otros discípulos movilizándolos para que sirvan y utilicen sus dones tanto dentro como fuera de las paredes de la iglesia.

Amo la iglesia y durante más de treinta años he servido y dirigido en ella. Concuerdo en que ella es la esperanza del mundo. No obstante, nuestro objetivo no es solo asistir a la iglesia, sino ser la iglesia (como dice el refrán). Nuestro objetivo es vivir la misión del Reino en nuestras vidas.

En la iglesia Life Church de Concord, California, donde fui pastor durante muchos años, intentamos dar prioridad a este aspecto. Enseñamos a nuestra familia, la congregación, a ser misioneros en sus comunidades y en los lugares donde tenían influencia. 

Cientos de niños aprenden y responden a Jesús en Life Church.

«Summerfest» era una de nuestras actividades favoritas del año. Este campamento ofrecía una semana entera de actividades gratuitas a los niños de la zona. En un área donde las familias con dos ingresos se esfuerzan por subsistir, ofrecimos un lugar donde los niños pudieran divertirse, recibir atención por parte de docenas de voluntarios y experimentar el amor de Dios. Cada año, este sencillo campamento bendecía a cientos de familias. Ese acto de servicio preparó los corazones para recibir las Buenas Nuevas. 

Un alcance no consiste solo en satisfacer las necesidades físicas y emocionales, sino también las espirituales. Se trata de establecer relaciones, crear confianza y brindar a las personas la oportunidad de experimentar el poder transformador del amor de Dios. Cuando servimos a los demás, reflejamos el corazón de Cristo, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. 

Cuando cambiamos nuestro enfoque de esperar el próximo alcance liderado por la iglesia a involucrarnos personalmente con quienes nos rodean, liberamos el potencial para un crecimiento exponencial y “multiplicado” del reino.

Cuando fundamos nuestra iglesia, en mi opinión, se trataba de invertir de forma muy práctica en nuestra comunidad. Mis hijas jugaban al fútbol, así que me ofrecí como entrenador (fui el único padre voluntario, así que me contrataron). Gracias a esa oportunidad, entablé contacto con familias de nuestra comunidad. Uno de los padres futbolistas me preguntó si me interesaría jugar en su equipo de la liga masculina de sóftbol. Al aceptar su invitación, pude conectar con más personas de nuestra comunidad y, en resumen, ese padre rindió su corazón a Jesús y fue una de las primeras personas en ser bautizadas en nuestra iglesia.

Para servir a la gente no siempre se requiere un acto o un programa a gran escala. A veces, basta con una simple conversación, un gesto amable o una oración sincera. Como seguidores de Cristo, tenemos el privilegio de ser Sus manos y pies en nuestro entorno. Cuando dejamos de esperar la próxima campaña de la iglesia y nos centramos en comprometernos personalmente con los que nos rodean, desbloqueamos el potencial de crecimiento exponencial y «multiplicador» del Reino. Podemos compartir la esperanza de Cristo con un amigo a la vez y ver cómo se transforman sus vidas para la gloria de Dios.

Recuerde estas palabras de Jesús: «el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor» (Mateo 20:26, RVR-1960).

Seamos intencionales en nuestro alcance, comprometidos a servir, y fieles en compartir las Buenas Nuevas de Jesucristo.


Sobre el autor

Michael Nortune

Michael Nortune es presidente de las Iglesias de la Biblia Abierta. Ha servido fielmente en la iglesia local durante treinta y cinco años. Desde sus inicios como conserje y jardinero hasta ser el pastor principal de la Iglesia Life Church en Concord (California), Michael ha adquirido experiencia a lo largo de su ministerio en todas las funciones dentro de la iglesia. No sólo tiene experiencia práctica a nivel local, sino que también ha liderado a nivel distrital, regional y nacional dentro de las Iglesias de la Biblia Abierta. Michael y su esposa Julie residen actualmente en Colorado, donde les fascina vivir cerca de cinco de sus seis hijos y sus cónyuges. También disfrutan del tiempo que pasan con su otra hija, que vive en Alabama, y con su primer (pero no último) nieto.

Continue Reading

Spanish

Cuando la Iglesia se mudó al barrio: Lecciones de amor y misión

Published

on

En 2020, cuando Dios nos llamó a mi esposa, Tammie, y a mí para iniciar la Iglesia Green Branch, sabíamos que Él nos estaba guiando para hacer las cosas de manera diferente a como solíamos hacerlo. No nos pidió que fuéramos innovadores o creativos. No nos pidió que investigáramos las últimas tendencias en la plantación de iglesias ni que analizáramos algoritmos innovadores en las redes sociales. Dios simplemente nos pidió que fuéramos obedientes y que le siguiéramos paso a paso. En Mateo 16:18, Jesús les dijo a sus discípulos: «… edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella» (RVR-60). Decidimos creerle y seguir Su ejemplo.   

Al comienzo de la plantación de Green Branch, nos reuníamos semanalmente en la casa de un líder, disfrutábamos de una comida increíble y vivíamos en comunidad con las personas a las que queríamos. Teníamos increíbles debates bíblicos e invertíamos en las vidas de los demás. ¿Ya mencioné la comida? Amábamos a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y estómago). Pero había un problema. Pasábamos tanto tiempo con otros cristianos que no teníamos espacio en nuestras vidas para alcanzar a nuestros vecinos.  

Otra reunión dominical de la Iglesia Green Branch

Dedicábamos tanto tiempo y energía a cumplir el primer gran mandamiento que pasábamos por alto el segundo. De hecho, no estábamos amando de verdad a nuestro prójimo. Nos agradaban, pero no los amábamos. Saludábamos a nuestros vecinos, éramos educados con ellos, les hablábamos amablemente y los invitábamos a la iglesia, pero nada de eso era amor. Literalmente pasábamos de largo por las cuarenta y seis casas de nuestro vecindario para formar parte de una comunidad de seguidores de Cristo en otra parte de la ciudad. El Espíritu Santo nos dijo que dejáramos de hacer tantas cosas de la iglesia y volviéramos a nuestro vecindario. 

Tammie y yo hemos ido a la iglesia toda nuestra vida. Hemos tomado clases de evangelismo, leído libros, escuchado pódcast y disfrutado de cientos de sermones sobre cómo alcanzar a los perdidos. Pero todo este conocimiento no consiguió que nos afectara en fomentar el amor de Dios por nuestro prójimo. Experimentábamos la tensión que se produce entre elaborar programas para ayudar a los cristianos a llegar a las personas y hacerlo de verdad. A menudo es fácil ver a las personas como proyectos.    Lo primero que hizo Dios para ayudarnos a llegar a nuestro prójimo fue mostrarnos la cruda realidad sobre nosotros mismos. Habíamos interpretado el mandamiento «ama a tu prójimo como a ti mismo» de forma pasiva, en lugar de activa. Esperábamos que fueran ellos los que vinieran a nosotros: que aparecieran en nuestra puerta con una pregunta espiritual, que iniciaran una conversación profunda sobre temas espirituales en el supermercado, o que se presentaran en una reunión de la iglesia. Eso no iba a ocurrir. El Espíritu Santo nos recordó que nosotros éramos el plan «A» de Dios para llegar a nuestros vecinos.

Los miembros de la Iglesia Green Branch comen juntos durante la noche del domingo.

Mientras crecía, mi pastor de jóvenes solía decir: «La mejor manera de deletrear amor es T-I-E-M-P-O». Recordamos ese consejo y empezamos a buscar excusas para pasar tiempo con nuestros vecinos. Nos preguntábamos cómo podíamos amar a nuestros vecinos «como a nosotros mismos». La idea que se nos vino a la mente fue «al mismo tiempo, de la misma manera y en el mismo lugar». ¿Qué cosas podríamos hacer con nuestros vecinos al mismo tiempo, de la misma manera y en el mismo lugar que con nosotros mismos? La respuesta fue ¡COMIDA! Todos tenemos que comer, así que ¿por qué no hacerlo juntos y al mismo tiempo? Empezamos a invitar a nuestros vecinos a cenar a nuestra casa los jueves por la noche. El Señor nos dio dos metas para estas noches de vecinos: amar a nuestros vecinos y disfrutar de una comida deliciosa. 

Lo siguiente que Dios hizo para ayudarnos a alcanzar a nuestros vecinos fue darnos su amor por ellos. Con cada cena se creaban más relaciones y afinidades a medida que avanzaba nuestra historia en común. Las conversaciones espirituales no comenzaron de inmediato. Lo que sucedió fue que fuimos NOSOTROS quienes comenzamos a cambiar. Ese amor esquivo por nuestros vecinos empezó a florecer con cada bocado. Cuanto más tiempo compartíamos, mayor era el amor de Dios en nosotros. Al mismo tiempo, crecía el amor de nuestros vecinos hacia nosotros. El simple hecho de obedecer a Dios había convertido a nuestros vecinos en amigos, ¡y ahora nosotros los amamos!

An outdoor gathering of Green Branch Church members

Orábamos antes de cada cena y le pedíamos a Dios que aumentara el fervor espiritual. Caminábamos por el barrio orando por nuestros amigos cuando pasábamos por sus casas. Fue un proceso lento. No dejábamos de recordarnos a nosotros mismos que éramos responsables de ser fieles y que Dios era responsable de los frutos. Con el tiempo, empezamos a ver los frutos de nuestro esfuerzo.

Nos pidieron que oficiáramos un funeral del padre de uno de nuestros vecinos y amigos. El servicio se ofició en su casa un sábado por la tarde. Fue un momento increíble de amor, dolor y sanidad para la familia. Escuchamos historias sobre su padre y nos unimos a ellos en su dolor. Tuvimos la oportunidad de mostrar el amor de Jesús y explicar el evangelio a las veinte personas que estábamos en la sala de su casa.

Otros amigos nos han pedido que enseñemos a sus hijos sobre Jesús. Personas que antes no pisaban nuestra «Casa de la Biblia» ahora nos piden que oremos en las fiestas del vecindario. El jueves por la noche empezamos a orar por los vecinos que vienen. ¡No puedo esperar a ver lo que Dios va a hacer a lo largo de este año!

A través del segundo mandamiento más importante, Dios transformó nuestras vidas. Nuestro campo de misión no cambió; Dios cambió nuestro interior dentro de ese mismo campo. Su llamado para nosotros es sencillo: ama a tu prójimo como a ti mismo, al mismo tiempo, en el mismo lugar.


Sobre el autor

Davy Saunders

Davy y Tammie Saunders fundaron la iglesia Green Branch en 2022, una pequeña iglesia en la comunidad. Ambos se dedican a hacer discípulos, edificar comunidades y unirse a Jesús en su misión. Viven y ministran en Williamsburg, Virginia, donde Tammie es enfermera coordinadora de servicios de recursos renales y Davy es pastor y es también techador. Llevan treinta y cinco años de casados y tienen dos hijos adultos y dos nietos maravillosos.

Continue Reading

Follow Us

Subscribe to the Message