Connect with us

Spanish

Pensé que Dios no me quería 

Published

on

Por Harris Holsapple IV 

La Palabra de Dios dice que podemos vencer al enemigo por medio de la sangre del Cordero y la palabra de nuestro testimonio, así que quiero compartir mi historia. Toda mi vida he asistido a la iglesia. De hecho, mi abuelo fue ministro de la Iglesia Metodista durante treinta o cuarenta años.

Mi familia iba a la iglesia; era lo que hacíamos. No lo que éramos. Cuando estaba en séptimo y octavo grados, algunos de los líderes de nuestra iglesia me hirieron profundamente, haciéndome sentir poco amado. Pensé: «Si la gente de la iglesia piensa que soy un problema y así me tratan, entonces Dios debe pensar lo mismo». Semillas de amargura y rabia echaron raíces en mi corazón. Nuestra familia terminó, herida y destrozada, dejando esa iglesia. 

Cuando estaba en noveno grado, visitamos una iglesia pentecostal. Allí escuché el mensaje de cómo Jesús nos ama y nos acepta tal y como somos. 

Pensé: ¿Qué? ¿Él me acepta tal como soy? Ese mensaje de pura gracia habló a mi corazón, y le entregué mi vida a Jesús. No digo que de pronto todo fue maravilloso, pero ese fue el comienzo de mi viaje hacia la fe.    

Como la mayoría de las familias, la mía no era perfecta, pero crecí en un hogar que me apoyaba y estoy agradecido por mi familia. Sin embargo, estaba lleno de ira a causa de mis heridas. A una edad temprana, estuve expuesto a la pornografía y me volví adicto a ella por mucho tiempo. Esta adicción se extendió a mi vida de Seminario Bíblico y a mi matrimonio. Esto causó aún más problemas relacionados con la ira.  

La ira es una emoción secundaria. Como una hierba mala con raíces profundas que no deja de florecer, mi ira seguía resurgiendo debido a que no había llegado a la raíz de mi problema. Mis manos están llenas de cicatrices debido a los golpes que di por no saber cómo manejar mi ira. Amaba a la gente, bromeaba con ella, hablaba mucho, pero siempre estaba enfadado, herido y destrozado interiormente. 

Me dediqué al ministerio justo después de salir del Seminario Bíblico, me casé y me mudé a 2.000 millas de distancia, de Oregón al Medio Oeste. Pensé que, por estar en el ministerio, tenía que decir que sí a todo, y hacer todo. Trabajé día y noche. Decía sí a todo el mundo, menos a mi esposa, Sarah. No fue hasta años después que me di cuenta de que tenía que parar de intentar ser Jesús y empezar a dirigir a la gente hacia Jesús. Necesitaba dejar de tratar de ser el Salvador y en cambio guiar a otros hacia el Salvador. Me encontraba en un momento muy solitario y difícil. Luego, a los dos años de mi matrimonio y ministerio, mi ira me llevó a ser arrestado, y fui a la cárcel el 3 de julio de 2006.

La familia Holsapple.

Al día siguiente, el Día de la Independencia, las oficinas estaban cerradas, así que tuve que pasar dos noches en la cárcel antes de presentarme ante el juez. Me vi obligado a pensar en lo que había hecho y en la situación en la que me encontraba. Después de ser liberado, me di cuenta de que había perdido mi ministerio, mi trabajo y tal vez a mi esposa. Recuerdo arrastrarme bajo la mesa del comedor en posición fetal, totalmente solo, a dos mil millas de distancia de mi familia y de todo aquello donde crecí, sintiéndome un completo fracaso.   

El acusador de nuestras almas me seguía repitiendo la misma frase: «¡Mira lo que has hecho! Mira lo que has hecho». Sentía que me invadía la oscuridad, tenía que tomar una decisión: renunciar al llamado que Dios había hecho sobre mi vida o luchar por él. Sentía que mi vida estaba en una «intersección». Podía ir por un camino oscuro o elegir un camino que sería duro, pero en el que estaría siguiendo a Jesús. En ese momento, debajo de esa mesa, entregué mi vida, mis adicciones y mi ira a Dios. No he lidiado con la ira desde el 3 de julio de 2006. 

La mayoría de las cosas fueron restauradas, pero aún estaba herido. El diablo seguía mintiéndome, diciendo: «Has perdido el ministerio. Has decepcionado a mucha gente. Dios no quiere usarte. Eres un desastre».  

Nos mudamos de Illinois a la casa de mi suegro en Arkansas, en un intento por recuperarnos. Pude encontrar trabajo a tiempo completo en una compañía de Fortune 500, lo que fue una gran bendición, y Dios continuó bendiciéndome con ascensos en el trabajo. Con el tiempo, la gente nos animó a Sarah y a mí a volver al ministerio, pero sabíamos que no estábamos listos aún, hasta unos años después, cuando decidimos dedicarnos al ministerio a tiempo parcial como pastores de jóvenes. Sin embargo, al contratar a un nuevo pastor para dirigir nuestra iglesia, no le gustó algunas de las cosas que yo hacía o decía. Mi llamado fue cuestionado, y la confianza de los otros líderes en mí desapareció. 

El diablo se aprovechó de la situación y dijo: «Ves, te lo dije». Me sentí tan herido que acabé dejando la iglesia.  

Sarah decidió asistir a otra iglesia pentecostal que había encontrado, pero yo no quería ir. Sentía que Dios se avergonzaba de mí. Afortunadamente, mi esposa no se dio por vencida. Siguió pidiéndome que la acompañara a la iglesia. Finalmente, cedí y fui, pero me quedé sentado en la parte de atrás. Unas semanas después, un evangelista con dones de profecía y palabras de conocimiento habló en nuestra iglesia. Yo nunca había visto nada semejante y pensé que se trataba de una locura.  

Sin embargo, en medio de su sermón, el evangelista me llamó diciendo: «Tú, el de atrás, el de la camisa de tal color».  

Después de mirar a mi alrededor, me di cuenta de que me estaba hablando a mí. 

«El enemigo te ha estado mintiendo». Dijo: «Y todo lo que te han hablado, lo que han dicho de ti y las cosas que crees son mentira. Has sido llamado al ministerio. Dios tiene una llamado en tu vida, y te está volviendo a llamar». 

El evangelista continuó rápidamente con su predicación, pero yo estaba quebrantado. No podía creer que Dios me amara tanto como para encontrarme en una sala de cuatrocientas personas, llamarme y decirme: «Tienes un llamado». 

En ese momento seguí verdaderamente a Jesús con TODO lo que tenía. Unos meses después fui bautizado en el Espíritu Santo y fui lleno de su poder. Dios ha sido el que ha hecho la diferencia en mi vida. 

Al poco tiempo, Sarah y yo nos mudamos a Iowa donde comencé a servir como pastor de jóvenes y eventualmente me convertí en pastor principal. Mi esposa y yo hemos estado casados casi dieciocho años, y tenemos dos hijos hermosos. A pesar de mí mismo Dios nos está usando, debido a que Jesús hace la diferencia. Estoy muy agradecido por lo que Jesús ha hecho y por la resurrección. Créanme, yo sería el último en decir: «Voy a pararme a predicar frente a un montón de personas» porque el enemigo me dice constantemente que no soy digno. Pero es Dios quien trabaja a través de mí, Él es digno.  

Dios también desea restaurarle, sanarle y liberarle. Si desea esto, haga la siguiente oración conmigo.

Señor Jesús, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. La Biblia dice que si confieso con mi boca y creo en mi corazón que Jesucristo resucitó de entre los muertos seré salvado. Señor, perdona mis pecados. Creo que Tú eres el Salvador. Sé el Salvador, haz la diferencia en mi vida. Amén.  

Esta travesía ha sido difícil, pero ha sido increíble. ¡Jesús es la diferencia!

Harris Holsapple IV es el pastor principal de la Primera Iglesia de la Biblia Abierta en Cedar Rapids, Iowa. Lidera la iglesia con una visión fresca, con entusiasmo, pasión e ideas creativas para ganar Cedar Rapids y sus alrededores para Cristo. El pastor Harris tiene un corazón deseoso de ver vidas transformadas por el poder del Espíritu Santo y ver a la gente experimentar una nueva vida. Él y su esposa, Sarah, tienen dos hermosos hijos.

Spanish

El robo del Día de Acción de Gracias:Reclamando la mesa para la gloria de Dios

Published

on

«Cariño, creo que tenemos que robar la Navidad».Le dije esto a mi esposa, Kelley, mientras manejábamos de regreso de una celebración familiar. Sin necesidad de más explicaciones, ella entendió que me refería a que el ambiente de nuestras reuniones familiares dejaba mucho que desear. No es que fueran malas; de hecho, eran divertidas y estaban llenas de amor, pero ambos sentíamos que el comercialismo se había apoderado de ellas y que Dios quería más para nosotros; Él estaba señalando estas reuniones familiares como lugares donde Él quería manifestarse.

Continué hablando con Kelley: «… Bueno, quizá cambiar la Navidad sea demasiado para nuestras familias, pero creo que probablemente podríamos hacernos cargo de la celebración del Día de Acción de Gracias del año que viene. Si empezamos a sembrar las semillas ahora, dentro de diez años nadie se dará cuenta de que poco a poco nos hemos hecho cargo de la planificación de las grandes reuniones, ¡hasta que la Navidad nos sea entregada en bandeja!».

… pero fue en ese momento cuando el Día de Acción de Gracias renació para nuestra familia.

Kelley me miró de forma escéptica. De acuerdo, tal vez mi plan de robar la Navidad era un poco ambicioso y me hacía parecer un villano de Pixar, pero fue en ese momento cuando el Día de Acción de Gracias renació para nuestra familia. Intercambiamos ideas, nos emocionamos y Kelley ayudó a someternos a la sabiduría de Dios. Mientras orábamos, Dios nos mostró una forma completamente nueva de reunirnos alrededor de la mesa. 

Un Día de Acción de Gracias italiano

En primer lugar, había que ampliar la mesa, tanto en sentido literal como metafórico. Queríamos reunir a ambas partes de nuestra familia bajo un mismo techo (¿podría decirse que era un riesgo elevado?). Todo el mundo era bienvenido, y nos aseguramos de invitar en forma personal a aquellos que no tenían familia o una comunidad. Kelley y yo formamos parte de un ministerio que se centra en los barrios desatendidos de Toledo, Ohio. En esta zona, son muchos los que necesitan conectar con el amor de Dios y ver a su familia en acción en días que les hacen recordar traumas, dificultades y dolor (incluidas las fiestas).

En segundo lugar, las tradiciones antiguas tenían que desaparecer para que nacieran otras nuevas. Adiós, bandejas de televisión y partidos de fútbol; hola, árbol gigante de la gratitud. Sinceramente, fue en ese momento cuando me preocupé un poco; estábamos tomando el relevo de tradiciones generacionales y yo aún no estaba seguro de cómo mostrar a Dios tal y como Él quería. Fue entonces cuando Él nos mostró lo más importante: la comida. Adiós, pavo, puré de papas y cacerola de frijoles verdes.

Un Día de Acción de Gracias cubano

Nació una nueva tradición. En lugar de la tradicional comida de Acción de Gracias, escogimos una cultura extranjera y probamos a preparar sus platos, postres y refrescos tradicionales. Adoptamos sus juegos, pusimos su música y decoramos nuestra casa con sus colores. Fue un gran riesgo, ¡y resultó todo un éxito!

Mientras orábamos, Dios nos mostró una forma completamente nueva de reunirnos alrededor de la mesa.

Después de varios años de estos Días de Acción de Gracias reinventados, tanto nuestra familia como nuestros vecinos se han sumado por completo a la iniciativa. Cada año, todos los comensales votan cuál será la próxima comida cultural y, ahora, tras ocho años, el Día de Acción de Gracias se ha convertido en una tradición memorable. La gente se viste elegante, prueba platos exóticos, invita a amigos y, lo más importante, nos colmamos unos a otros de amor. En algunos años, la reunión ha crecido tanto que incluso hemos tenido que buscar un nuevo lugar para celebrarla.

Segundo año del árbol del agradecimiento

Nuestro «árbol de la gratitud», hecho por Kelley, se ha convertido en el centro de la reunión. Cada persona escribe por qué está agradecida, lo comparte y añade su hoja. Y año tras año las hemos guardado, creando un hermoso archivo de gratitud. Los vecinos sin familia también se nos han unido, y han encontrado un lugar donde expresar su agradecimiento, recibir oraciones y encontrar el amor de Dios a través de nuevas tradiciones. A lo largo del camino, hemos preparado comidas inolvidables, y uno de mis momentos favoritos ha sido ver cómo la gente dejaba a un lado sus reservas para probar algo nuevo cuando no había en la mesa los platos habituales. Esa apertura ha dado lugar a conversaciones increíbles sobre Dios, el sufrimiento, el amor y la familia.

Dios se ha manifestado en todo su esplendor, ha extendido Su mesa, ha establecido Sus tradiciones para nosotros y Su amor es algo por lo que estoy verdaderamente agradecido.

(Ah, ¿y de casualidad celebramos la Navidad en nuestra casa el año pasado? Por supuesto que sí).


Sobre el Autor

Corey Bern vive en la ciudad de Toledo, Ohio, una ciudad industrial en decadencia que a menudo pasa desapercibida, donde disfruta de hermosos momentos con su hija Liberty y su hermosa esposa Kelley. Corey es pastor asociado de la Iglesia Washington y director de The Lewis House, un ministerio urbano que colabora con las Iglesias de la Biblia Abierta. Cuando no acompaña a otras personas en su viaje hacia el corazón del Padre, suele refugiarse, según él, en la oficina más genial del mundo, situada debajo de las escaleras, con un buen libro o ayudando a Liberty a bautizar a sus Barbies.

Continue Reading

Spanish

Cuando el dolor llega a la mesa: Cinco consejos para recibir invitados que están sufriendo

Published

on

Alguna vez tus hijos han hecho planes por ti sin preguntarte antes? ¡Los míos lo han hecho más de una vez! Pero hace unos años, uno de esos planes «sorpresa» se convirtió en uno de los días de Acción de Gracias más significativos para nuestra familia.

Nuestros vecinos, una familia de cuatro miembros con la que nuestros hijos habían entablado amistad, habían perdido recientemente a la matriarca de la familia. Iban a pasar sus primeras fiestas sin mamá ni abuela, así que nuestros hijos insistieron en que los invitáramos a ellos y a su abuelo a la cena de Acción de Gracias.

Esos momentos de risas y de compartir historias alrededor de la mesa estaban impregnados de la presencia silenciosa de Jesús, que promete estar cerca de los quebrantados de corazón.

Enviamos la invitación sin saber qué esperar. Pasaron semanas sin recibir respuesta y supuse que habían hecho otros planes. Entonces, dos días antes del Día de Acción de Gracias, recibimos un mensaje de texto: ¡vendrán cinco personas más!

Levi y Katie Thompson con los niños Noah y Mia

Nuestra mesa no era perfecta. Nos apresuramos a comprar más comida para preparar algunos acompañamientos más. Pero la casa estaba llena de risas, historias y una sensación de unión que no habría sido posible planificar. Esa experiencia me enseñó mucho sobre cómo abrir mi casa y mi corazón a las familias que están sufriendo.

Aquí hay cinco cosas que aprendí:

  1. Concéntrate en la conexión, no en la perfección.
    ¡Nuestra mesa estaba repleta! Sacamos sillas adicionales del garaje, usamos platos que no combinaban y nos apretujamos codo con codo. ¿Y sabes qué pasó? A nadie le importó. Lo que más recuerda la gente no es cómo se veía, sino cómo se sintieron. Esta familia estaba muy agradecida de tener un nuevo recuerdo de una comida festiva especial, mientras comenzaban a descubrir cómo sería su vida sin la abuela. Esos momentos de risas y de compartir historias alrededor de la mesa estaban impregnados de la presencia silenciosa de Jesús, que promete estar cerca de los quebrantados de corazón.
  2. Reconozca su pérdida.
    Puede resultar incómodo hacer referencia a la persona que echan de menos, pero el silencio puede hacer que el dolor sea aún más intenso. Hable sobre su ser querido. Casi todas las personas en duelo con las que me he encontrado agradecen la oportunidad de hablar y recordar a su ser querido. Pregúnteles cuáles son sus recuerdos favoritos de las fiestas. Si hay tiempo, pregúnteles con antelación si hay alguna receta familiar especial que pueda incluir en la comida.
  3. Haz que la invitación sea generosa.
    En nuestra comunidad hay un hombre divorciado con una relación difícil con sus hijos adultos. Él también está sufriendo y pasa las fiestas solo. Llevamos varios años invitándolo a unirse a nosotros, pero siempre rechaza la invitación cortésmente. Sin embargo, el año pasado dio un pequeño pero significativo paso. Aceptó una invitación para venir después de comer y llevarse un plato con las sobras a casa. Pudimos charlar con él un rato y celebrar juntos después de comer. Hay muchas formas de experimentar el dolor y lo último que queremos es presionar a alguien que está sufriendo. Extender una invitación generosa sin esperar nada a cambio crea un espacio para que se unan cuando estén listos. Es un hermoso recordatorio de la invitación que Dios nos hace: siempre abierta, siempre paciente, siempre llena de gracia.
  4. Sigue estando presente después de las fiestas.
    El duelo no se ciñe al calendario. A veces, los días más difíciles llegan después de las grandes fiestas, cuando todos los demás han seguido adelante. Sigue invitando, sigue enviando mensajes, sigue apareciendo. Estar presente en los días y semanas posteriores es tan importante como durante las fiestas.
La familia Thompson compartiendo una comida navideña con invitados

Ese Día de Acción de Gracias me recordó que la hospitalidad tiene más que ver con el corazón que rodea la mesa que con la mesa en sí. Cuando creamos espacio en nuestras mesas para quienes están de duelo, hacemos algo más que compartir una comida. Estamos compartiendo el amor de Dios de una manera tangible y haciendo espacio para que el Espíritu Santo consuele y sane. No necesitas una comida perfecta ni una casa digna de Pinterest para compartir el amor de Jesús y hacer que alguien se sienta valorado. Todo lo que necesitas es un corazón dispuesto y una puerta abierta; Dios se encargará del resto.


Sobre la Autora

Katie Thompson es la pastora ejecutiva de la iglesia Desert Streams Church, en el sur de California, donde su esposo, Levi, es el pastor principal. Cuando no está pastoreando, se dedica a su negocio de contabilidad, trabaja como directora financiera en un centro de salud o cuida de sus hijos y de las gallinas de su patio trasero. Está convencida de que el café lo mejora todo, de que las aventuras familiares son imprescindibles y de que la playa es una de las mejores ideas de Dios.

Continue Reading

Spanish

Amistad entre culturas, fe a través de comidas

Published

on

Leona, mi esposa, estaba haciéndose un examen de la vista y mientras yo aguardaba en la sala de espera entró una pareja de buen parecer. Como pensaba que eran hispanos, los saludé en español. Con una mirada de sorpresa, respondieron que no entendían. Al notar su acento, les pregunté en qué idioma hablaban: «árabe», respondieron. Resultaron ser de El Cairo, Egipto.

«¡Acabo de estar allí!», exclamé. Nos presentamos y, cuando me preguntaron por mi viaje, les expliqué que había ido a dar clases al Seminario Bíblico Global INSTE. Mientras hablábamos, descubrimos que teníamos cosas en común: Youssef y Fátima son profesores universitarios, y Leona y yo también trabajamos en la educación superior.

Cuando la conversación derivó hacia la comida, mis raíces italianas, delatadas por mi apellido, despertaron su interés. Les pregunté cuál era su plato italiano favorito. «Nos fascina la berenjena a la parmesana», respondieron.

El Dr. Nick Venditti con el misionero de la Biblia Abierta Andy Wagler durante un viaje a Egipto.

«¿Vendrían a cenar a nuestra casa si preparara ese plato?», les pregunté. Aceptaron encantados. Cuando terminó la cita de Leona, comparamos calendarios y fijamos una fecha para recibir a Youssef, Fátima y sus cuatro hijos.

En casa hablamos sobre qué hacer con nuestro perro, Barney. Como vivíamos en una casa adosada, no podíamos dejarlo fuera. Como sabíamos que los musulmanes tradicionalmente consideran a los perros como animales inmundos, decidimos bajar a Barney al sótano durante la visita.

Antes de cenar, les explicamos que tenemos la costumbre de dar gracias a Dios por la comida. Lo entendieron y agradecieron que también los incluyéramos en nuestra oración. Mientras compartíamos la comida la conversación fluyó con facilidad. Después, los niños más pequeños, llenos de energía, vieron las escaleras del sótano. Leona le habló a Fátima de Barney y le aseguró que era muy simpático. Con su permiso, los niños bajaron corriendo las escaleras para jugar con un perro muy feliz. Los niños mayores prefirieron ir a la sala de televisión a ver el fútbol, mientras nosotros nos quedamos en la mesa con Youssef y Fátima, disfrutando de la oportunidad para compartir experiencias como educadores. Nuestra primera cena juntos fue todo un éxito

Mientras Fátima y Leona lavaban los platos, la conversación estuvo salpicada de citas del Corán y la Biblia…

Aquel Día de Acción de Gracias, invitamos a la familia a compartir una comida tradicional. Barney se quedó a dormir en casa de la hermana de Leona. Habíamos preparado la mesa para comer alrededor de la una, pero nuestros invitados se retrasaron al volver de Wisconsin y llegaron cerca de las cinco. Una vez reunidos, disfrutamos de otro momento maravilloso juntos.

Barney Venditti

Leona y Fátima lavaban los platos juntas, mientras Youssef y yo charlábamos en la sala de estar. Los cuatro niños se acomodaron en la sala de televisión para ver deportes. Más tarde, reunidos junto a la chimenea, Youssef preguntó: «¿Habla la Biblia sobre el fin del mundo?». Estaba genuinamente interesado en comparar los puntos de vista cristianos y musulmanes sobre el fin de los tiempos. ¡Esa noche mantuvimos una conversación muy interesante! Eran las 11:00 p. m. cuando Ahmed, de seis años, salió somnoliento de la sala de televisión y preguntó: «¿Podemos irnos a casa ya?». Poco después, nos despedimos de nuestros invitados agradecidos por otra velada memorable.

Meses después, Youssef y Fátima nos invitaron a su casa para celebrar el Eid, la festividad musulmana que marca el final del Ramadán. Fátima había preparado el tradicional banquete de platos egipcios. Llegamos a tiempo para ver la puesta de sol y, a continuación, comenzó el banquete. Mientras Fátima y Leona lavaban los platos, la conversación estaba salpicada de citas del Corán y la Biblia, ya que Fátima nos explicaba en qué consistía el Eid.  El resto de la velada transcurrió entre conversaciones relajadas y planes para reunirnos el 4 de julio.

La amistad y la comida abrieron puertas para la evangelización.

Nuestra última reunión fue en Navidad. Una vez más, compartimos una comida, acompañada con una conversación significativa y muchas risas. Con el deseo de entregarles el Nuevo Testamento de una manera respetuosa, buscamos la orientación de amigos con experiencia en el ministerio con musulmanes. Siguiendo su consejo, envolvimos los libros de manera elegante y añadimos una nota sincera en la que les expresábamos nuestra alegría por su amistad. Les entregamos los regalos cuando se marcharon esa noche. Aunque no hemos vuelto a saber nada de ellos desde entonces, a menudo recordamos a Youssef, Fátima y sus hijos en nuestras oraciones. La amistad y la comida nos abrieron las puertas para evangelizar. Aprendimos que la sensibilidad hacia las diferencias culturales y religiosas ayudan a mantener esas puertas abiertas y, sobre todo, nos recordó que debemos vivir según 1 Pedro 3:15: «Estén siempre preparados para responder a todo el que pida razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con gentileza y respeto…» (NVI).


Sobre El Autoras

Leona K. Venditti, doctora en Educación, y Nicholas A. Venditti, doctor en Filosofía, se conocieron en Madrid, España. En 1982, Leona fue enviada por el Departamento de Misiones Globales de la Biblia Abierta para iniciar un programa de formación que desde entonces se ha convertido en el Seminario Bíblico Global INSTE (INSTE Global Bible College) que se ha expandido a más de cuarenta países y dieciocho idiomas. Juntos, los Venditti continúan «haciendo discípulos y formando líderes» tanto a nivel nacional como global, mientras sirven de mentores a muchos seguidores de Jesús de diferentes culturas. 

Continue Reading

Follow Us

Subscribe to the Message