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PESCA EN EL DESIERTO
Published
2 years agoon
Por Darrick Young
Cuando Jesús llamó a sus primeros discípulos a dejar todo lo que valoraban y a todos los que amaban para seguirle, lo hizo mediante una invitación simple pero que cambiaría radicalmente sus vidas: «Vengan, síganme, ¡y yo les enseñaré cómo pescar personas!» (Mateo 4:19, NTV). Esta era una analogía que interesaría a estos hombres, que eran pescadores profesionales, y estaba llena de posibilidades. Se trataba de la oportunidad de cambiar el mundo.
Jesús sigue llamando a sus seguidores a «pescar personas», pero en nuestro entorno cultural actual puede parecer que estamos pescando en el desierto, como si estuviéramos lanzando nuestros anzuelos y corchos de pesca a la orilla de una duna de arena. La disminución de la participación de la iglesia, el analfabetismo bíblico y un gran número de desafíos políticos y culturales han hecho que muchos de nuestros métodos de evangelización históricamente «probados» sean irrelevantes. El tiempo en que vivimos exige nuevos métodos, a medida que nos mantenemos firmes en el llamado de Jesús a ser sus testigos (Hechos 1:8). ¿Qué nuevas perspectivas y metodologías podemos adoptar cuando buscamos formas de presentar a las personas al Dios que las ama?
PIENSE EN UNA CONVERSACIÓN, NO EN UNA PRESENTACIÓN
Durante décadas, o incluso siglos, la Iglesia ha capacitado a sus miembros para presentar el evangelio a las personas. Si usted ha sido creyente por un tiempo, es posible que se le haya enseñado a compartir las Cuatro Leyes Espirituales, o tal vez tomó el curso de Evangelismo Explosivo, que le enseñó el llamado evangelístico en frío, golpeando a la puerta de alguien con la esperanza de que lo inviten a entrar para que usted pueda presentarles el discurso que había memorizado. Eso pudo haber sido efectivo en los días de los vendedores de aspiradoras puerta a puerta, pero hoy no tanto.
Si en el día de hoy vamos a compartir a Cristo de manera efectiva con nuestros amigos, vecinos, compañeros de trabajo y de clase, debemos enfocarnos en conversaciones en lugar de presentaciones. Las presentaciones están diseñadas para llevar a una decisión en cuestión de minutos. Las conversaciones están orientadas a conducir a más conversaciones y se centran en las relaciones. ¿Alguna vez le ha invitado alguien a cenar para luego descubrir que el postre era una presentación sobre su más reciente oportunidad de mercadeo multinivel? Se sintió muy bien, ¿verdad? Ahora, compare esa experiencia decepcionante con la ocasión en que tuvo una conversación significativa y honesta sobre algo que de verdad le importaba. Usted realmente escuchó a la otra persona, y ella le escuchó a usted también. Puede que no haya resuelto el problema en esa hora o dos, pero progresó y tuvo ganas de continuar esa conversación.
Hoy en día, muchas personas están abiertas al diálogo sobre cuestiones espirituales. Esas mismas personas tienen poco interés en escuchar una presentación y ser presionadas para hacer un compromiso quince minutos después. Hable con la gente, no a la gente, de Jesús.
LAS GRANDES PREGUNTAS SON MÁS IMPORTANTES QUE LAS
BUENAS RESPUESTAS
If you are like me, one of the things that has held you back from sharing your faith is the fear of not having all the answers. During my junior year of high school, I decided to follow Christ, and I was more than willing to share that decision with others. At my after-school job, at a store that featured a giant red K, I had a supervisor who constantly peppered me with doubts and questions about my faith. I had a lot of passion for Christ, but I didn’t have many answers to his questions. So, I stopped talking about Christ because I didn’t want to look dumb. Those feelings also compelled me to read up on anything and everything I could to find bulletproof answers to all those questions.
I still believe it is important to have answers to questions people ask about following Jesus. But I have also learned the power and importance of good questions. When I am in the middle of a spiritual conversation, I have found questions to be more effective than quick, iron-clad answers. Asking simple questions like “Why do you believe that to be true?” or “Has there ever been a time in your life when you considered spiritual things?” has opened the doors to meaningful and fruitful conversations about Christ. When people feel you have taken the time to listen to what they believe and why they believe it, they are much more open to hearing about the hope you have in Christ.
RECUERDE QUE HAY TRES PERSONAS EN LA CONVERSACIÓN
Jesús dijo a sus discípulos que se enfrentarían a la persecución y serían sometidos a juicio a causa de su fe en Él (Marcos 13:9-11). Jesús les dijo: «Cuando los lleven para entregarlos, no se preocupen por lo que tengan que decir. Más bien, hablen lo que les sea dado en aquella hora; porque no son ustedes los que hablan sino el Espíritu Santo», (Marcos 13:11, RVA-2015).
Como seguidores de Jesucristo, tenemos el privilegio de servir como un instrumento, un vaso del Espíritu Santo, que según las Escrituras habita en nosotros. Eso significa que cuando tenemos una conversación sobre la fe con alguien, no es sólo una conversación entre nosotros y ellos; el Espíritu Santo también está presente. A menudo he olvidado esto y me he presionado para decir todas las palabras correctas, con resultados contradictorios. Pero cuando me relajo y confío en que el Espíritu Santo actúa a través de mí para atraer a alguien a Cristo, se me quita el peso de encima. En muchas ocasiones he formulado una pregunta o he compartido un pensamiento que ha ayudado a una persona a acercarse a la fe en Jesús y he pensado: «¿De dónde salió esa idea?». Y es que el Espíritu quiere hablar con nosotros y a través de nosotros. Sólo tenemos que escuchar y obedecer.
CADA PASO DEL VIAJE ES IMPORTANTE
Durante la mayor parte de mi vida, como seguidor de Jesús, evalué mis esfuerzos de evangelización como éxitos o fracasos. Si compartía mi fe y una persona oraba para recibir a Cristo, era un «éxito». Si me esforzaba al máximo y la persona rechazaba a Cristo en ese instante, yo había fracasado. Mi tarjeta de puntuación de evangelismo tenía más fracasos que éxitos, así que decidí que el evangelismo no era uno de mis dones espirituales.
Todo esto cambió para mí hace unos veinte años, cuando leí 1 Corintios 3:7-8 (NTV), que dice: «No importa quién planta o quién riega; lo importante es que Dios hace crecer la semilla. El que planta y el que riega trabajan en conjunto con el mismo propósito. Y cada uno será recompensado por su propio arduo trabajo».
El apóstol Pablo escribió esas palabras para tratar con las divisiones en la iglesia causadas por las personas que estaban eligiendo de dentro de la iglesia a sus líderes favoritos, formando clubes de fans alrededor de esas personas. Sus palabras me dieron vida. El viaje a la fe es un proceso, y nuestra responsabilidad es ayudar a las personas a dar el siguiente paso en su viaje hacia Cristo. A veces plantamos las semillas del Evangelio. Otras veces regamos esa semilla y hacemos que la gente avance. Hay veces en las que también tenemos el privilegio de ayudar a la gente a cruzar la línea de la fe, y es como recoger una cosecha. Pero cada parte del proceso es posible gracias a Dios, el que da el crecimiento. Mi fidelidad produce frutos por medio de Cristo.
Décadas atrás, Bob Dylan cantaba: The times, they are a changin’ (Los tiempos, están cambiando). Cuando se trata de comunicar nuestra fe en el siglo XXI, eso es indudablemente cierto. Pero el llamado a compartir nuestra fe no ha cambiado. La Gran Comisión no tiene fecha de vencimiento. Pero nuestra forma de pensar acerca de la manera de comunicar nuestra fe y los métodos con los que llevamos a cabo nuestra comisión deben cambiar. Jesús sigue llamándonos a seguirle y a cambiar el mundo.
Sobre el Autor
Darrick Young es el pastor principal de la Iglesia Journey de la Biblia Abierta en Urbandale, Iowa, la cual plantó en 2012. También sirve en la junta directiva de la Región Central y en la junta nacional de directores de las Iglesias de la Biblia Abierta. Además, sirve en la junta de Discover Church Planting Network (Red de Plantación de Iglesias Descubre). Darrick y su esposa, Ranada, tienen dos hijos maravillosos y dos hijos políticos increíbles.
A medida que nos acercarnos a otra temporada de elecciones, nos encontramos una vez más en un ambiente de tensión, división e incertidumbre entre la gente, incluyendo a los que están dentro de la Iglesia. Sin embargo, es en tiempos como éste cuando nosotros, como Iglesia, debemos brillar con intensidad. Frente a los debates, los anuncios y las noticias que pueden provocar ansiedad, tenemos la oportunidad divina de afianzar a la gente en la esperanza inmutable de Cristo.
El apóstol Pablo nos dice que «nuestra ciudadanía está en los cielos» (Fil. 3:20, RVR1960), y como seguidores de Cristo, nuestra lealtad suprema es a Dios y a Su reino. Aunque la política tiene su importancia e influencia, es alentador saber que nuestra esperanza no se basa en líderes o sistemas humanos, sino en el Señor que reina, sobre todo.
No hay duda de que, como seguidores de Cristo, debemos cumplir con nuestro deber cívico desde la perspectiva del Reino y con una cosmovisión bíblica. Votamos, oramos por nuestros líderes, procuramos el bienestar de nuestras comunidades (Jeremías 29:7) y nos relacionamos con los demás en amor. Y al hacer todo esto, nos aferramos a esta verdad: que la soberanía de Dios trasciende los resultados de las elecciones.
En tiempos que parecen inestables o frágiles, la Palabra de Dios nos dice que «recibimos un reino inconmovible» (Heb.12:28). Servimos a un «Reino Inconmovible». Los gobiernos cambian, los líderes van y vienen, y a pesar de todo, el reino de Dios permanece. Es inconmovible, eterno y está edificado sobre Su justicia y equidad. Ninguna elección puede alterar la realidad de la soberanía de Dios ni sacudir el fundamento de su autoridad. Es Su Iglesia la que tiene las llaves para abrir el cielo en la tierra y para llevar la luz a las tinieblas.
La realidad sobre la que nos apoyamos es la siguiente: Es Dios quien «controla el curso de los sucesos del mundo; él quita reyes y pone otros reyes» (Dan. 2:21, NTV), y «está el corazón del rey en la mano de Jehová» (Prov. 21:1, RVR1960).
A raíz de esta verdad, podemos hacer nuestras las palabras del Apóstol Pablo a los filipenses: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Fil. 4:6-7). Según este pasaje, «si somos un pueblo de oración que camina en la fe, busca la sabiduría de Dios y es agradecido, ENTONCES tenemos la certeza de que experimentaremos una paz que va más allá de la comprensión natural». Este pasaje me recuerda, me consuela y me convence de esta verdad, y es un ancla para mi alma.
En diciembre, tras las elecciones de noviembre, celebraremos el nacimiento de Jesús. Qué momento tan perfecto para recordar que Jesús es Emmanuel: Dios con nosotros. Este nombre, dado a Jesús, es más que un título; es una promesa de que, pase lo que pase a nuestro alrededor, la presencia de Dios es constante e inmutable.
No importa si el resultado de las elecciones nos traiga alegría o decepción, sea que las medidas políticas se alineen o no con nuestras expectativas, o nos generen más preocupación, recuerde Emmanuel: Dios está con nosotros. Está presente en nuestras iglesias, en nuestras comunidades, en nuestras familias y en nuestras vidas. No está distante ni desconectado; Él está involucrado de forma personal y activa en la vida de su pueblo. Cualquiera que sea elegido y comoquiera que la gente responda: Dios sigue sentado en el trono, Su Reino es inconmovible y Sus planes son imparables. DIOS ESTÁ CON NOSOTROS.
Algunas medidas prácticas para tener en cuenta:
- Oremos por nuestros líderes, sin importar quiénes sean: Pidamos para ellos sabiduría, discernimiento y un espíritu de humildad
- Permanezcamos unidos al cuerpo de Cristo: Que un corazón de unidad, amor y el vínculo de la paz sea lo que los demás vean en nosotros.
- Mantengamos una perspectiva eterna: Participemos en el proceso político, pero mantengamos los ojos fijos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe.
- Vivamos conforme a lo que permanecerá: la fe, la esperanza y el amor.
Sobre el Autor
Michael Nortune
Michael Nortune es presidente de las Iglesias de la Biblia Abierta. Ha servido fielmente en la iglesia local durante treinta y cinco años. Desde sus comienzos como conserje y jardinero hasta ser pastor principal de Life Church en Concord, California. Michael ha tenido la oportunidad de adquirir experiencia en todas las funciones dentro de la iglesia a lo largo de su ministerio. No sólo tiene experiencia práctica a nivel local, sino que también ha liderado a nivel distrital, regional y nacional dentro de las Iglesias de la Biblia Abierta.
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Un «Sí» costoso: Plantar una iglesia en la capital del asesinato en Estados Unidos
Published
2 months agoon
September 1, 2024By
Cala DickeyLa plantación de iglesias no es tarea fácil. Toda plantación de iglesias requiere fe, pero la «plantación en paracaídas», en la que los plantadores «saltan en paracaídas» a un lugar nuevo, partiendo de la nada y con pocos recursos o contactos, requiere un tipo especial de locura. Después de siete años de derramar nuestros corazones y almas en CityLife Church, una iglesia plantada en paracaídas en Wilmington, Carolina del Norte, mi esposo Mike y yo estábamos convencidos de que Dios nos estaba llamando a hacer algo diferente. Honestamente, creíamos que nos llamaba a las misiones. En retrospectiva, creo que lo estaba haciendo, sólo que no de la manera en que lo imaginábamos.
Ninguno de los dos deseaba plantar otra iglesia, pero la idea de hacer algo nuevo nos entusiasmaba. Así que, casi al final de nuestro período en CityLife, dejamos que la emoción de algo nuevo se gestara dentro de nosotros, aunque no teníamos ni idea de lo que se avecinaba.
Durante ese tiempo, sucedieron un par de cosas que Dios usó para hablar a nuestros corazones. La familia Vanartsdalen, amigos cercanos de CityLife, nos comunicaron que se mudarían para ayudar a plantar otra iglesia con la Biblia Abierta (lea más sobre su historia aquí). Mientras celebrábamos lo que Dios estaba haciendo con nuestros amigos, se reavivó dentro de nosotros un sentimiento que habíamos olvidado. (¡Nunca subestimes cómo tu «sí» puede afectar al de otra persona!). Esa sensación era la emoción y la urgencia espiritual que viene con la plantación de iglesias. Ni Mike ni yo esperábamos volver a sentir esto, y nos sorprendió descubrir el deseo en nuestros corazones de plantar otra iglesia.
Después de una conversación con nuestro director regional de la Biblia Abierta, Nathan Hagan, todo cambió. Cuando le contamos nuestro deseo inicial, comenzó a pensar en algunas opciones diferentes para que las consideráramos. A ambos nos sorprendió esta idea: «Si ustedes estuvieran interesados en plantar otra iglesia en la región, tal vez podría ser en algún lugar como Nueva Orleans». Aunque Nathan mencionó otros lugares, el único que recordamos es el que se nos clavó enseguida en el corazón. Nueva Orleans: ¡se pronunció la palabra, y el Espíritu respondió!
Desde el comienzo de nuestro matrimonio, Mike y yo decidimos que diríamos «sí» a cualquier cosa que Dios nos llamara a hacer. Esta vez, nuestro «sí» nos llevó a lo que en ese momento era la capital del asesinato de los Estados Unidos: Nueva Orleans, Luisiana. Resulta sumamente difícil desarraigar a tu familia y tu vida, mudarte a cientos de kilómetros de distancia a un lugar donde no hay familia, amigos ni seguridad. A pesar de estos retos, decidimos vender muchas de nuestras pertenencias, cargamos lo que pudimos en un camión y un remolque, ¡y partimos hacia lo desconocido!
Tan pronto como comenzamos a trabajar, nos dimos cuenta de que esta ciudad, esta plantación y este llamado serían diferentes de todo lo que habíamos hecho hasta entonces. Casi inmediatamente después de mudarnos, nos enfrentamos con un triple homicidio a cuatro casas de la nuestra, me asaltaron violentamente a mano armada y apuntaron a nuestros hijos con un revólver mientras jugaban al aire libre en nuestro barrio. Tuvimos que hacer frente a circunstancias de las que la mayoría de la gente supondría que huiríamos, pero cuando sabes que el Señor te ha llamado a una tierra, tienes que confiar en que te protegerá y te hará prosperar en ella. El sufrimiento es parte del llamado; si no estamos dispuestos a sufrir por el llamado, no participaremos de toda su bendición. «En cambio, alégrense mucho, porque estas pruebas los hacen ser partícipes con Cristo de su sufrimiento, para que tengan la inmensa alegría de ver su gloria cuando sea revelada a todo el mundo.» (1 Pedro 4:13, NTV).
Volvamos atrás, cuando supimos definitivamente que nos íbamos a mudar, Mike se sentó con nuestros hijos y les pidió que le ayudaran a elaborar una lista de oración de las personas que «soñábamos» que formaran parte de nuestro equipo. Algunos de los nombres en la lista fueron guiados por el Espíritu, otros eran candidatos, pero todos eran personas que pensamos que podrían estar lo suficientemente locas como para considerar mudarse con nosotros.
Antes de mudarnos a Carolina del Norte para plantar nuestra primera iglesia, les habíamos dicho a nuestros amigos Greg y Tina que sentíamos que ellos debían ir con nosotros. Creo que Greg se rio de Mike cuando compartimos esto por primera vez, ¡pero ahora son los pastores de CityLife! De forma similar, teníamos otra pareja amiga en Ohio con la que nos comunicábamos por videochat mientras nos preparábamos para plantar la iglesia en Nueva Orleans. Les contamos que nos íbamos a mudar y les pedimos que consideraran orar para unirse a nosotros. Estuvieron de acuerdo en orar, ¡pero estoy seguro de que pensaron que estábamos locos!
Es asombroso ver cómo Dios trabaja en las vidas de las personas, moviendo sus corazones para ser parte de algo que requiere una cantidad increíble de fe. Ya han pasado dos años, y el pastor Eric y Lindsay Baker están en Nueva Orleans con nosotros poniendo sus manos en el arado. Se mudaron de un pueblo pequeño a una de las ciudades más desenfrenadas del mundo. Ellos y sus siete hijos dieron su «sí» al Señor, dejando todo lo que habían conocido. En dos ocasiones les han robado el vehículo y, sin embargo, aquí siguen. Además de los Baker, Dios nos envió a otra persona que estaba en nuestra lista de sueños/oración sin que ni siquiera tuviéramos que pedírselo; la madre de Mike, Lynne, se unió al equipo y ¡ahora vive justo al lado de nosotros!
Ahora, estamos muy emocionados de ver lo que Dios está haciendo en OHR City Church. «Ohr» es la palabra hebrea para «luz», y también significa «poner orden en medio del caos» (¡tan apropiado para esta ciudad!). Aunque casi nada ha salido como pensábamos, creemos que todo está saliendo exactamente como Dios lo diseñó.
En la actualidad nos reunimos todos los domingos por la noche en nuestra casa donde comemos, adoramos, soñamos, oramos y estudiamos juntos la Palabra de Dios. ¡Mientras que los adultos se reúnen en nuestra casa, los niños van a la casa de Mamá Lynne al lado! Nuestro equipo está creciendo, y todos nos estamos convirtiendo en una familia. Ninguno de nosotros sabe exactamente a dónde nos ha de llevar el Señor, ¡pero todos estamos dispuestos a descubrirlo!
¡Si sientes que Dios te está llamando a emprender algo, te animo a que des un paso de fe y le des tu «sí» a Dios!
Sobre la Autora
Cala Dickey
Mike y Cala Dickey son los pastores principales de la más reciente iglesia plantada por la Región Sureste de la Biblia Abierta, OHR City Church, en Nueva Orleans, Luisiana. Antes de ir al bayou, Mike y Cala plantaron CityLife Church en Wilmington, Carolina del Norte. Les apasiona ser pioneros y plantar iglesias en áreas que necesitan desesperadamente a Jesús. ¡La familia Dickey está emocionada por lo que Dios está haciendo a través de OHR City Church en Nueva Orleans! Para más información, visite Ohrcc.com.
No One Ever Told Me
Plantados y Arrancados: Cómo renunciar a nuestras expectativas en la plantación de iglesias
Published
2 months agoon
September 1, 2024La plantación de iglesias siempre comienza con un «sí». Decimos sí y salimos con fe para establecer una iglesia – Su iglesia. Las palabras de mi pastor de la universidad resuenan en mi mente: «Llegará un momento en el que tendrás la oportunidad de escribirle a Dios un cheque en blanco para tu vida”. Mi esposo y yo tuvimos la oportunidad de vivir realmente las palabras de Jesús en Lucas 9:24: «Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, este la salvará.» (RVR1960). Firmamos nuestro cheque en blanco de la vida para seguirle diciendo «sí» a unirnos a nuestros amigos más cercanos en un viaje para plantar Seek City Church en Burlington, Vermont.
Burlington es una de las ciudades con menos iglesias en los Estados Unidos. Hay una oscuridad sobre esta ciudad derivada de muchas causas: la delincuencia, la drogadicción, la falta de vivienda, la espiritualidad de la Nueva Era y un arraigado dolor en la iglesia. Nuestro equipo contaba con una visión fresca y montañas de fe. Teníamos líderes y entrenadores que nos daban vida, nos animaban y nos edificaban para cumplir con la visión de salvación del noreste. Esperábamos que nuestra iglesia floreciera, que iniciásemos un movimiento que se extendiera como un fuego arrasador. Desafortunadamente, estas expectativas se convirtieron en mi meta en nuestro ministerio, y todo lo demás pasó a ocupar un segundo plano.
Comienza con un «sí», pero ¿cómo reacciona nuestro «sí» cuando no se cumplen las expectativas, cuando las puertas empiezan a cerrarse, cuando la visión no es suficiente, cuando la estrategia se ha agotado, cuando nos mantenemos firmes y el crecimiento que todos dicen que llegará… y no llega? Para nosotros, plantar empezó a ser como estar enterrados. La falta de crecimiento de nuestro equipo, el estrés financiero, la distancia de la familia y el apoyo, la pérdida del trabajo y una batalla personal continua contra la infertilidad hacían del terreno una carga pesada. Estos desafíos hacían que el ya laborioso viaje de plantar una iglesia pareciera casi imposible. Empecé a sentirme sepultada por las tradiciones y las expectativas de lo que es una plantación de iglesias «exitosa».
Pensé que necesitábamos el edificio, las luces, la publicidad, la presencia en las redes sociales y todas las demás comodidades modernas, y trabajé duro para conseguir estas cosas. Pero aparte de Jesús, me faltaba la única cosa que necesitábamos: ¡la gente! Estaba creando un lugar que parecía y funcionaba como todas las iglesias que había visto, para personas que no querían tener nada que ver con ese tipo de iglesia. Estaba ocupado construyendo un lugar para que la gente viniera, para que encajara perfectamente en esta iglesia, cuando eso no era lo que la gente de mi ciudad necesitaba. Eso no era lo que ellos necesitaban que fuéramos. Eso no era lo que Dios necesitaba que fuéramos. En mis esfuerzos bien intencionados, no dejé que Dios me guiara para alcanzar a la gente de la manera que Él quería. El Señor comenzó a hablar a mi corazón las palabras de 1 Corintios 3:7: «Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.». Cuando dijimos «sí» a la plantación de la iglesia, todo lo que el Señor nos pedía era que fuéramos obedientes en seguirle para cumplir la Gran Comisión. No nos pidió que tuviéramos una estrategia infalible o planes metódicos. Nos pidió que camináramos con Él y viéramos cómo Él daba el crecimiento, especialmente cuando el crecimiento no lucía como lo habíamos planeado.
Vale la pena seguirle cuando nuestro plan no funciona, cuando la iglesia no tiene nuevos visitantes durante semanas o meses. Vale la pena renunciar a nuestras expectativas, y a las de los demás, por lo que Él quiere para Su iglesia. Tal vez todo el trabajo, el estrés, la preocupación y la duda es para lo que Él quiere: una persona, una vida, un encuentro, un momento. ¿Acaso no vale la pena la incertidumbre de nuestro plan y la sensación de fracaso de nuestros esfuerzos? Quizá en lugar de filas de asientos llenos de corazones ansiosos, todo sea sólo por un asiento, un corazón. ¿Sería eso suficiente? ¿Seguiría diciendo «sí»?
Dios, lleno de gracia y misericordia, guio a nuestro equipo fuera de nuestra temporada de siembra. En Su soberanía, Él nos arrancó de nuestro campo misionero y nos llevó a una nueva ciudad para amar de manera diferente. Este año, nos hemos comprometido a llevar a Jesús a Buffalo, Nueva York. El Señor me ha enseñado que no se parecerá en nada a lo que esperamos, y le alabo por ello. Iglesia, me gustaría desafiarnos a todos con esto: ¿Nos atreveremos a reexaminar la tradición para alcanzar lo inalcanzable? Sin quererlo, ¿hemos estado abandonando al «uno» por la imagen de una iglesia de éxito? ¿Cómo está moviendo el Señor el corazón de Su Iglesia para que piense, mire, ame y dirija de manera diferente? El Salmo 77:13 dice: «Oh Dios, santo es tu camino.». Oro para que todos elijamos seguir Su camino y no el nuestro.
Sobre la Autora
Erika VanArtsdalen
Erika VanArtsdalen es una discípula de Jesús, esposa de Kelly y plantadora de iglesias. Ha sido bendecida con oportunidades de ministerio en todo el país, como dirigir el ministerio de jóvenes y universitarios en Ohio, servir en una nueva plantación de iglesia en Carolina del Norte y lanzar Seek City Church en Vermont. Erika disfruta sirviendo a niños con discapacidades dentro de su comunidad durante su jornada laboral diaria como patóloga del lenguaje. También disfruta el pasar tiempo con su familia, la repostería, descubrir nuevas cafeterías, y jugar con su bulldog inglés, Myla. Erika y su esposo se mudaron recientemente a Buffalo, Nueva York, ¡para comenzar otro viaje de plantación de Iglesias!