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En la espera 

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por Gary Khan 

Cuando tenía poco más de veinte años, Dios me dio una palabra y una visión de cuál era su destino para mí. Fue abrumador y convincente, y he pasado el resto de mi vida esperando que Él cumpla esa visión. Sin embargo, me elude. El tiempo avanza sigilosamente, y me parece estar parado, preguntándome cuándo veré el cumplimiento de esa promesa de Dios.   

¿Alguna vez se ha sentido así? Dios le pone una palabra en el corazón, una promesa para el futuro, y luego Él guarda silencio y parece que se ha olvidado de lo que dijo. Para mí, esto ha resultado en tormentas de dudas que arrecian dentro de mí. Esas dudas a veces me llevan a tomar decisiones precipitadas al decidir «ayudar» a Dios adelantándome a Él para cumplir su promesa. 

Abraham tuvo una experiencia similar. Dios le dijo que su descendencia sería tan numerosa como la arena del mar, cuando Abraham aún no había engendrado ni un solo hijo. Después de que Dios le diera esa palabra, transcurrieron décadas sin ver el cumplimiento. Abraham tuvo que vivir en la espera, y en ese tiempo de espera hizo algunas cosas que nosotros haríamos bien en evitar. La historia se encuentra en Génesis 15 y 16. 

Abraham dudó  

En el sentido literal de la palabra, Abraham hizo algunas decisiones importantes como resultado de la conversación de Dios con él, decisiones que parecían carecer de resultados inmediatos. 

Por un momento, pongámonos en la misma situación. Dios nos habla sobre un cambio importante en nuestra vida y luego guarda silencio. ¿Cuántos de nosotros le obedeceríamos de inmediato? O, ¿andaríamos de un lado a otro luchando con dudas sobre si realmente hemos oído a Dios? Ahora mismo, ¿cuántos de nosotros no estamos haciendo la mayor parte de lo que Él nos ha pedido que hagamos porque dudamos del resultado? 

Ya puedo oírlo. Algunos de ustedes están pensando: Pero Abraham es diferente. A él Dios se le apareció en persona, así que no debería haber dudado. Yo no recibo visitas personales de Dios. 

Quizá no recibamos una visita personal como la tuvo Abraham, pero hoy tenemos al Espíritu Santo de Dios. Él vive en nosotros y está con nosotros, guiándonos y conduciéndonos a toda verdad. Por otro lado, imagine por un momento que él recibió una visitación de Dios, pero luego tuvo que caminar día tras día ante la realidad de que lo que Dios le dijo que pasaría no ha sucedido a pesar de que han pasado años de espera y varios intentos de cumplir Su promesa. En esos momentos del «día tras día», las dudas comienzan a visitar, haciendo afirmaciones que ponen en duda las promesas de Dios. 

¿Realmente escuché a Dios, o fue la pizza que comí esa noche?  

En serio, sé que Dios puede hacer cualquier cosa, pero ¿haría eso por mí? No soy tan especial. Tal vez estoy haciendo algo mal. Recuerde, «Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos», así que, si quiero ver que esto suceda, entonces tengo que hacer que suceda. 

Debemos aprender a prever a esas dudas. Si usted es como yo, desea que Dios le reafirme en todo momento hasta el cumplimiento de la promesa, y después quiere que le siga reafirmando que todo va por buen camino. Queremos una seguridad constante, pero Dios quiere que confiemos en Él. La necesidad de una seguridad permanente no fortalece nuestra fe en Él.    
 

Cómo lidiar con la duda mientras espera 

La táctica probada del enemigo es poner en duda lo que Dios nos ha dicho. Es un truco tan antiguo como el tiempo. En Génesis le preguntó a Eva: 

¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto? (Génesis 3:1, NTV). 

Debemos reconocer esta táctica y estar preparados para confrontarla. En el Nuevo Testamento, Santiago dice a los cristianos que podemos vencer a Satanás y su artimaña de la duda: 

Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. (Santiago 4:7, NVI). 

Someterse y resistir. Nos sometemos creyendo en la Palabra de Dios, y resistimos permaneciendo en esa Palabra en fe y declarándola sobre nuestras vidas. Nosotros resistimos cuando vivimos en la realidad de lo que Dios ha hablado en lugar de reaccionar a las dudas que Satanás está susurrando. Podemos vencer la duda, y la manera de hacerlo es recordándonos a nosotros mismos y al enemigo la Palabra de Dios que nos ha dado. 

Cuando Abraham y Sara se vieron asediados por las dudas que surgieron a causa del silencio de Dios, habrían hecho bien en recordar lo que Dios les había dicho. Se habrían ahorrado muchos problemas y angustias. Lo mismo vale para nosotros. El enemigo busca robar, matar y destruir la obra de Dios en nosotros, pero Dios ha prometido que Su Palabra no volverá vacía. ¿Cómo podemos recordar las preciosas promesas de Dios? 

  • Memorice Su Palabra y repítala cuando sea necesario.  
  • Léela con frecuencia y aférrese a Sus promesas. Él cumplirá lo que nos ha prometido en su Palabra. 

Las dudas continuarán apareciendo, una tras otra. La persistencia del enemigo, combinada con la aparente lentitud de Dios y su silencio, nos conduce a una encrucijada en la que muchos de nosotros actuamos en base de nuestras dudas en lugar de apoyarnos en las promesas de Dios. Eso nunca acaba bien. 

Si confiamos más en nuestros planes que en los de Dios, nos enfrentaremos con estas situaciones:

  • Nunca podremos ver el panorama general como lo hace Dios.
    Dios no está limitado por el tiempo ni por el espacio y ve cómo cada cosa pequeña afecta al panorama general; nosotros nunca podremos hacer eso. Cuando optamos por confiar en nuestros planes en lugar de los planes de Dios, corremos enormes riesgos. Puede que seamos capaces de planificar tres pasos por delante de nosotros, pero incluso eso está plagado de problemas porque nunca podemos predecir cómo puede reaccionar una persona ante algo que hacemos, y no sabemos qué ocurrirá en el panorama general de las cosas.   
  • Nuestras motivaciones se convierten en un problema.   
    Cuando Dios planifica, está creando una obra maestra que será para el bien de toda la humanidad. Cuando nosotros planeamos, normalmente nos preocupamos por nosotros mismos y por conseguir lo que queremos. Basta con mirar lo que sucedió con Abraham, Sara, Agar e Ismael. 

    A Sara no le preocupaba el plan grandioso de Dios de traer la salvación al mundo a través de Abraham. Su motivación para tener un hijo era liberarse del estigma de no poder darle un hijo a su marido. Cuando le pareció que Dios tardaba demasiado, ideó un plan para tener ese hijo a través de un vientre subrogado. Agar era su sierva, así que estaba con Sara todo el tiempo. Agar probablemente vio la tristeza de Sara y la escuchó mientras sollozaba y se quejaba de que no podía darle un hijo a su marido. No sé de quién fue la idea, si de Sara o de Agar, pero sea como fuere, puedo afirmar que Sara no pensaba en el bienestar de Agar. Simplemente la veía como un medio para alcanzar su fin.

    Uno de los problemas que surge cuando dudamos es que, en lugar de confiar en el tiempo de Dios, nos adelantamos y utilizamos a la gente que nos rodea «en nombre de Dios», dejando tras nosotros una senda de destrucción y quebranto. 
  • Las personas no siempre responden de la manera que esperamos o como prometieron que lo harían.  
    Agar pudo haberle dicho a Sara que haría esto como su amiga y sierva. Puede que tuviera buenas intenciones. Cuando yo era niño y escuchaba esta historia, simplemente suponía que Agar se había quedado embarazada tras una aventura de una noche. Pero la realidad es que Abraham probablemente se acercó a Agar más de una vez, y cuando Agar empezó a tener relaciones sexuales con Abraham, las cosas cambiaron. Siempre sucede así cuando se empieza a tener relaciones sexuales, porque Dios lo hizo así.

    Cuando Agar descubrió que estaba embarazada, las cosas cambiaron aún más. Empezó a creer que ahora significaría más para Abraham y para Sara. Pero la triste realidad es que, ante los ojos de Abraham y Sara, Agar siempre fue la esclava, un simple medio para un fin.

    No sólo Agar no respondió como estaba previsto, sino que Sara tampoco reaccionó como ella pensaba. Sara no pudo predecir que se volvería sumamente celosa de Agar. Ella miraba cada noche como Abraham se iba con Agar. Con el tiempo empezó a afectarle, por muy ilustrada que se creyera. Seguía diciéndose a sí misma que era por una causa mayor, pero supongo que algo también cambió en la relación entre ella y Agar. Agar probablemente empezó a actuar menos como una esclava y más como un miembro de la familia con derechos. Probablemente empezó a usar un lenguaje más familiar con Sara, y Sara empezó a sentirse insegura y celosa. 

    «¿Quién se ha creído que es esta muchacha? ¡Abraham es mi marido! ¡Ella tiene que recordar cuál es su lugar!». 

    Cuando Agar descubrió que estaba embarazada, es posible que Sara pensara: «Debería estar contenta, pero no lo estoy. Estoy enfadada porque esta mujer me está robando lo que debería ser mío, la odio».

    Estos no son los sentimientos que Sara pensó que tendría cuando trazó el plan para realizar el trabajo que le correspondía a Dios, pero ese es el problema. Somos demasiado miopes para ser el Planificador Maestro.    
  • Nuestras malas decisiones le dan mala fama a Dios. 
    Después de que Agar diera a luz a su hijo, Sara se puso celosa y empezó a tratarla mal. Me pregunto cómo veía entonces Agar al Dios de Sara. Después de todo, Sara debe haber hablado del Todopoderoso como alguien amoroso y bondadoso, alguien que protege y provee para aquellos que lo siguen. Sin embargo, aquí estaba Sara tratando a Agar con desprecio y antipatía. La gente a menudo determina el carácter de Dios basándose en la forma en que sus seguidores los tratamos.  

    Uno de mis mejores amigos tenía un cartel en su cocina que decía: «¡Si mamá no es feliz, nadie es feliz!». Esas palabras son ciertas, y Abraham lo comprobó. Sara exigió que Agar e Ismael se marcharan porque no quería a «esa mujer» y a «ese chico» cerca de su precioso Isaac. Le hizo la vida imposible a Abraham. Finalmente, él cedió a regañadientes y despidió a Agar e Ismael. Lo loco es que Dios estuvo de acuerdo con la conclusión de Sara (tal vez no con sus acciones) y le dijo a Abraham que los enviara lejos. Especulemos un poco comprendiendo un poco la naturaleza humana.   

    Abraham, angustiado por tener que despedir a Ismael, tuvo una conversación con él:

    «Hijo, realmente no quiero hacer esto, pero ya conoces a Sara. Me va a hacer la vida imposible. La verdad es que la aguantaría, pero Dios me dijo que te enviara lejos, así que debo hacerlo».  

    ¿Cuál crees que era la impresión que Agar e Ismael tenían de Dios? Creo que creerían que Él no se preocupaba por ellos. Lo verían como mezquino y vengativo, poco amable y manipulador. 

Han transcurrido treinta años desde aquella palabra que Dios me dio acerca de mi destino. He cometido muchos de los errores que cometió Abraham, pero he aquí la buena noticia: Las promesas que Dios nos hace son inquebrantables. Él hará lo que dice que hará. Así que mientras esperamos, confíe en que Él cumplirá lo que dijo que haría. Resista la duda que el enemigo provoca y que nos hace querer adelantarnos o rendirnos por completo. Abraham pudo haber dudado y haber dado algunos pasos en falso en el camino, pero afortunadamente corrigió su curso, y Dios fue fiel en cumplir su Palabra.   

Sobre el Autor

Gary Khan

Gary Khan fue pastor durante 32 años de la Iglesia de la Biblia Abierta Desert Streams en Santa Clarita, California.  Actualmente es director ejecutivo de operaciones de Marketplace Chaplains en el sur de California. También forma parte de la Junta Directiva Nacional de La Biblia Abierta y es director del distrito Sur de California/Arizona/Hawaii. Gary es autor de los devocionales Greater (Cosas Mayores) y Reset (Reinicio), así como de su libro de próxima publicación, That Didn’t Go the Way I Thought: Navigating the Ups and Downs of Our Journey of Faith (Esto no salió como yo pensaba: Cómo navegar por los altibajos de nuestro camino de fe).  El mayor logro y alegría de Gary es ser esposo de DeLaine desde hace 32 años y ser el padre de tres hijos increíbles (dos biológicos y uno «adoptado»). 

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A Costly “Yes”: Church Planting in the Murder Capital of America 

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Church planting isn’t for the faint of heart. All church plants require faith, but it takes a special kind of crazy to “parachute plant,” where church planters “parachute” into a new place, starting from nothing with few resources or contacts. After seven years of pouring our hearts and souls into CityLife Church, a parachute church plant in Wilmington, North Carolina, my husband Mike and I were pretty certain God was calling us to do something different. We genuinely believed God was calling us into missions. In hindsight, I guess He was – just not in the way we pictured it. 

This time, our “yes” led us into what was at that time the murder capital of America.

Neither one of us had a desire to plant another church, but the thought of doing something new was exciting to us. So, towards the end of our tenure at CityLife, we let the stirring of something new brew within us even though we had no idea what was coming.   

During this season, a couple of things happened that God used to speak to our hearts. The Vanartsdalens, close friends of ours at CityLife, came to us with the news that they were moving to help plant another church within Open Bible (read more about their story HERE). As we celebrated what God was doing with our friends, it reignited a feeling within us that we had forgotten. (Never underestimate how your “yes” might affect someone else’s!) That feeling was the excitement and spiritual rush that comes with church planting. Neither Mike nor I expected to feel this again, and we were surprised to find the desire in our hearts to plant another church. 

In a foot washing service, Cala and Lindsay wash new member Yanting’s feet

Everything changed after a conversation with our Open Bible Regional Director, Nathan Hagan. When we shared our initial desire with him, he began to brainstorm some different options for us to consider. One idea jumped out to both of us: “If you guys were interested in planting another church in the region, maybe it could be someplace like New Orleans.” Nathan mentioned other places, but the only one we remembered is the one that stuck to our hearts like glue. New Orleans: the word was spoken, and the Spirit responded!  

Mike and I decided early on in our marriage that whatever God called us to do, we would say yes. This time, our “yes” led us into what was at that time the murder capital of America: New Orleans, Louisiana. It is extremely hard to uproot your family and your life and move hundreds of miles away to a place where there are no family, friends, or security. Despite these challenges, we sold many of our possessions, took what we could in a truck and trailer, and headed off into the unknown! 

As soon as we put boots on the ground, we quickly realized that this city, this plant, and this call would be different from anything we had ever done. Almost immediately after moving, we were met with a triple homicide four houses down from ours, I was violently robbed at gunpoint, and our kids had a gun pulled on them while playing outside in our neighborhood. We faced circumstances that most people assumed we would run from, but when you know the Lord has called you to a land, you must trust that He will protect and prosper you in that land. Suffering is part of the calling; if we aren’t willing to suffer for the calling, we won’t partake of its full blessing. “But rejoice inasmuch as you participate in the sufferings of Christ, so that you may be overjoyed when his glory is revealed” (1 Peter 4:13). 

OHR New Year’s Eve with several of the church members

To rewind just a bit, when we knew for sure that we were moving, Mike sat our kids down and had them help compile a dream/prayer list of people we’d love to have on our team. Some on the list were Spirit-led, some were hopefuls, but all of them were people we thought might be crazy enough to consider moving with us!  

Back before we’d moved to North Carolina for our first church plant, we had told our friends Greg and Tina that we felt they were supposed to come with us. I think Greg laughed at Mike when we first shared this, but they are now the pastors at CityLife! In similar fashion, we had another friend couple in Ohio that we video chatted with as we prepared to plant in New Orleans. We shared the news of where we were moving then asked them to pray about joining us. They agreed to pray, but I’m certain they thought we were crazy! 

We faced circumstances that most people assumed we would run from, but when you know the Lord has called you to a land, you must trust that He will protect and prosper you in that land.

It’s amazing to see how God works in lives, stirring people’s hearts to be part of things that take an incredible amount of faith. Here we are two years later, and Pastor Eric and Lindsay Baker are in New Orleans with us putting their hands to the plow! They moved from a one-light farm town to one of the wildest cities in the world. They and their seven kids gave their “yes” to the Lord, leaving everything they had ever known. They have had their car stolen twice, and yet here they remain. In addition to the Bakers, God sent us another person from our dream list without us even having to ask; Mike’s mom, Lynne, joined the team and lives right next door to us now! 

Fast forward to present day: we are so excited to see what God is doing at OHR City Church! “Ohr” is the Hebrew word for “light,” and it also means “to bring order amid chaos” (so fitting for this city!). Almost nothing has gone how we thought it would here, yet we believe everything is going exactly how God designed it. 

One of OHR’s members, Ronnie, at a park outreach

We are currently meeting every Sunday night in our house where we eat, worship, dream, pray, and study the word of God together. While the adults meet in our house, the kids go to Momma Lynne’s house next door! Our team is growing, and we are all becoming a family. None of us knows exactly where the Lord is taking us yet, but everyone is on board to find out!  

If you feel God calling you to something, I encourage you to step out in faith and give God your “yes”!  

*Want to read more from Mike and Cala Dickey? Read their related article: Five Ways to Support Church Planting


About the Author

Cala Dickey

Mike and Cala Dickey are the lead pastors at the Southeast Region of Open Bible’s newest church plant, OHR City Church, in New Orleans, Louisiana. Before heading down to the bayou, Mike and Cala planted CityLife Church in Wilmington, North Carolina. They are passionate about pioneering and planting churches in areas that desperately need Jesus. The Dickey family is excited for what God is doing through OHR City Church in New Orleans! To learn more, visit Ohrcc.com.

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 Un «Sí» costoso:  Plantar una iglesia en la capital del asesinato en Estados Unidos 

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La plantación de iglesias no es tarea fácil. Toda plantación de iglesias requiere fe, pero la «plantación en paracaídas», en la que los plantadores «saltan en paracaídas» a un lugar nuevo, partiendo de la nada y con pocos recursos o contactos, requiere un tipo especial de locura. Después de siete años de derramar nuestros corazones y almas en CityLife Church, una iglesia plantada en paracaídas en Wilmington, Carolina del Norte, mi esposo Mike y yo estábamos convencidos de que Dios nos estaba llamando a hacer algo diferente. Honestamente, creíamos que nos llamaba a las misiones. En retrospectiva, creo que lo estaba haciendo, sólo que no de la manera en que lo imaginábamos. 

Esta vez, nuestro «sí» nos llevó a lo que en ese momento era la capital del asesinato de los Estados Unidos

Ninguno de los dos deseaba plantar otra iglesia, pero la idea de hacer algo nuevo nos entusiasmaba. Así que, casi al final de nuestro período en CityLife, dejamos que la emoción de algo nuevo se gestara dentro de nosotros, aunque no teníamos ni idea de lo que se avecinaba.

Durante ese tiempo, sucedieron un par de cosas que Dios usó para hablar a nuestros corazones. La familia Vanartsdalen, amigos cercanos de CityLife, nos comunicaron que se mudarían para ayudar a plantar otra iglesia con la Biblia Abierta (lea más sobre su historia aquí). Mientras celebrábamos lo que Dios estaba haciendo con nuestros amigos, se reavivó dentro de nosotros un sentimiento que habíamos olvidado. (¡Nunca subestimes cómo tu «sí» puede afectar al de otra persona!).  Esa sensación era la emoción y la urgencia espiritual que viene con la plantación de iglesias. Ni Mike ni yo esperábamos volver a sentir esto, y nos sorprendió descubrir el deseo en nuestros corazones de plantar otra iglesia.

En un servicio de lavado de pies, Cala y Lindsay lavan los pies del nuevo miembro Yanting

Después de una conversación con nuestro director regional de la Biblia Abierta, Nathan Hagan, todo cambió. Cuando le contamos nuestro deseo inicial, comenzó a pensar en algunas opciones diferentes para que las consideráramos. A ambos nos sorprendió esta idea: «Si ustedes estuvieran interesados en plantar otra iglesia en la región, tal vez podría ser en algún lugar como Nueva Orleans». Aunque Nathan mencionó otros lugares, el único que recordamos es el que se nos clavó enseguida en el corazón. Nueva Orleans: ¡se pronunció la palabra, y el Espíritu respondió!

Desde el comienzo de nuestro matrimonio, Mike y yo decidimos que diríamos «sí» a cualquier cosa que Dios nos llamara a hacer. Esta vez, nuestro «sí» nos llevó a lo que en ese momento era la capital del asesinato de los Estados Unidos: Nueva Orleans, Luisiana. Resulta sumamente difícil desarraigar a tu familia y tu vida, mudarte a cientos de kilómetros de distancia a un lugar donde no hay familia, amigos ni seguridad. A pesar de estos retos, decidimos vender muchas de nuestras pertenencias, cargamos lo que pudimos en un camión y un remolque, ¡y partimos hacia lo desconocido!

Tan pronto como comenzamos a trabajar, nos dimos cuenta de que esta ciudad, esta plantación y este llamado serían diferentes de todo lo que habíamos hecho hasta entonces. Casi inmediatamente después de mudarnos, nos enfrentamos con un triple homicidio a cuatro casas de la nuestra, me asaltaron violentamente a mano armada y apuntaron a nuestros hijos con un revólver mientras jugaban al aire libre en nuestro barrio. Tuvimos que hacer frente a circunstancias de las que la mayoría de la gente supondría que huiríamos, pero cuando sabes que el Señor te ha llamado a una tierra, tienes que confiar en que te protegerá y te hará prosperar en ella. El sufrimiento es parte del llamado; si no estamos dispuestos a sufrir por el llamado, no participaremos de toda su bendición. «En cambio, alégrense mucho, porque estas pruebas los hacen ser partícipes con Cristo de su sufrimiento, para que tengan la inmensa alegría de ver su gloria cuando sea revelada a todo el mundo.» (1 Pedro 4:13, NTV).

OHR Nochevieja con varios miembros de la iglesia

Volvamos atrás, cuando supimos definitivamente que nos íbamos a mudar, Mike se sentó con nuestros hijos y les pidió que le ayudaran a elaborar una lista de oración de las personas que «soñábamos» que formaran parte de nuestro equipo. Algunos de los nombres en la lista fueron guiados por el Espíritu, otros eran candidatos, pero todos eran personas que pensamos que podrían estar lo suficientemente locas como para considerar mudarse con nosotros.

Antes de mudarnos a Carolina del Norte para plantar nuestra primera iglesia, les habíamos dicho a nuestros amigos Greg y Tina que sentíamos que ellos debían ir con nosotros. Creo que Greg se rio de Mike cuando compartimos esto por primera vez, ¡pero ahora son los pastores de CityLife! De forma similar, teníamos otra pareja amiga en Ohio con la que nos comunicábamos por videochat mientras nos preparábamos para plantar la iglesia en Nueva Orleans. Les contamos que nos íbamos a mudar y les pedimos que consideraran orar para unirse a nosotros. Estuvieron de acuerdo en orar, ¡pero estoy seguro de que pensaron que estábamos locos!

Tuvimos que hacer frente a circunstancias de las que la mayoría de la gente supondría que huiríamos, pero cuando sabes que el Señor te ha llamado a una tierra, tienes que confiar en que te protegerá y te hará prosperar en ella.

Es asombroso ver cómo Dios trabaja en las vidas de las personas, moviendo sus corazones para ser parte de algo que requiere una cantidad increíble de fe. Ya han pasado dos años, y el pastor Eric y Lindsay Baker están en Nueva Orleans con nosotros poniendo sus manos en el arado. Se mudaron de un pueblo pequeño a una de las ciudades más desenfrenadas del mundo. Ellos y sus siete hijos dieron su «sí» al Señor, dejando todo lo que habían conocido. En dos ocasiones les han robado el vehículo y, sin embargo, aquí siguen. Además de los Baker, Dios nos envió a otra persona que estaba en nuestra lista de sueños/oración sin que ni siquiera tuviéramos que pedírselo; la madre de Mike, Lynne, se unió al equipo y ¡ahora vive justo al lado de nosotros!

Ahora, estamos muy emocionados de ver lo que Dios está haciendo en OHR City Church. «Ohr» es la palabra hebrea para «luz», y también significa «poner orden en medio del caos» (¡tan apropiado para esta ciudad!). Aunque casi nada ha salido como pensábamos, creemos que todo está saliendo exactamente como Dios lo diseñó.

Uno de los miembros de la OHR, Ronnie, en una reunión de extensión en el parque.

En la actualidad nos reunimos todos los domingos por la noche en nuestra casa donde comemos, adoramos, soñamos, oramos y estudiamos juntos la Palabra de Dios. ¡Mientras que los adultos se reúnen en nuestra casa, los niños van a la casa de Mamá Lynne al lado! Nuestro equipo está creciendo, y todos nos estamos convirtiendo en una familia. Ninguno de nosotros sabe exactamente a dónde nos ha de llevar el Señor, ¡pero todos estamos dispuestos a descubrirlo! 

¡Si sientes que Dios te está llamando a emprender algo, te animo a que des un paso de fe y le des tu «sí» a Dios!


Sobre la Autora

Cala Dickey

Mike y Cala Dickey son los pastores principales de la más reciente iglesia plantada por la Región Sureste de la Biblia Abierta, OHR City Church, en Nueva Orleans, Luisiana. Antes de ir al bayou, Mike y Cala plantaron CityLife Church en Wilmington, Carolina del Norte. Les apasiona ser pioneros y plantar iglesias en áreas que necesitan desesperadamente a Jesús. ¡La familia Dickey está emocionada por lo que Dios está haciendo a través de OHR City Church en Nueva Orleans! Para más información, visite Ohrcc.com.

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Walker’s House of Hope

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In 2017, my husband Dyecol and I were asked to be the interim pastors of Word of Life Open Bible Church in Lehigh Acres, Florida. Little did we know that our two weeks as interim pastors would turn into seven years and counting. After accepting the call to be the permanent pastors, we moved to Lehigh in September, right after Hurricane Ivan had hit. There was no electricity in the city, and it felt like we were moving into darkness and chaos. I didn’t realize we were also moving into the rest of our lives.

Taneasha and all her kids, enjoying the sunshine

Dyecol and I had never had children together. Shortly after our move to Lehigh, we saw a billboard for an adoption agency. Dyecol went to the agency’s office for more information, and it wasn’t long before we were taking a class on adoption. The instructor of the class emphasized how much greater our chances would be to adopt through fostering, and pretty soon we got our first call to foster a three-year-old girl named Isabella. I will never forget seeing that scared little girl walk through our doorway. I scooped her up in my arms, she laid her head on my shoulder, and my future was sealed.

We’d had Isabella for only a month when we got a call for a second little girl, Maria. Maria’s sister Ruby would join her a few months later, and not long after Ruby, we got a call for a fourth child, our first newborn. This baby was only six days old and had been born addicted to drugs. We were told her parents didn’t want her, and we became excited that this baby might become ours. We attached, weaned her off drugs, and she began to thrive. It was then that her biological father decided that he wanted her. As difficult as this was, it was further complicated by the fact that our hopes of adopting the other girls fell through around the same time. We were shattered. This taste of parenthood had convinced me that I wanted to be a mom again, but fostering was too difficult. I told myself, “Never ever again!” Until I got the next call.

Sometimes God walks you through a process of loss and then He dumps blessing on you when you least expect it.

“Ms. Walker, I have a little girl for you….”

“I don’t know, we’re taking a break.”

“Ms. Walker, I’m telling you, you’re going to want this little girl.”

(Deep Breath.) “Okay.”

Our case worker brought over this ten-year-old little girl with big old grandma glasses, fuzzy hair, and the cutest smile. That little girl walked into our lives, and she has changed us forever. Her name is Anna-Tae Walker, and she became our first adopted daughter. Two months later, we were introduced to our daughter Heavenly. We loved her from the moment we saw her. Sometimes you just know. I said to my husband, “She’s not leaving.” True to my word, Heavenly AND her brother Joshua became ours through adoption.

Anna-Tae, the Walkers’ first adopted daughter

Sometimes God walks you through a process of loss and then He dumps blessing on you when you least expect it. I didn’t understand why we couldn’t have the first little girls we tried to adopt, but God said no. He knew who our kids were.

Despite my having three adopted children, I continued to take new placements. My first experiences fostering almost broke me, but as I continued to say “yes” to each new child, God reinforced my heart with His strength. Instead of shrinking with each loss, my heart grows bigger as I watch family reunifications. God has gifted me with the capacity to love and to lose.

One night as I was lying on my bed, the Lord gave me a word: “Walker’s House of Hope.” I told my husband, “This is what we’re going to name the house where we raise the children God brings to us.” We started praying, “Lord, if you give us a bigger house we will take more children.” At that time, we had seven children in a three-bedroom house. It wasn’t long before the Lord provided us with a four-bedroom house.

God has gifted me with the capacity to love and to lose.

I got the call almost immediately: “Ms. Walker, we have a sibling group of three.”

“You know I have seven children, right?”

“Yes, Ms. Walker, but you were born for this.”

Immediately the voice of the Lord came to me, reminding me of my prayer. He had given me a bigger house; I was obligated to fulfill my promise. So, we ran out and bought another bunk bed.

The sign hanging on the Walkers’ door

Today, we have ten children: three adopted and seven fostered. Every day after school, I hear ten voices at once, beautiful chaos. Each time I say aloud, “I have ten children,” I can’t believe it – not because it’s too much, but because it feels comfortable. When I dream about the future, I see myself with even more children, running around a big property and coming in to eat dinner around our huge kitchen table. I have found my calling, and I am believing for God to gift us with the house that’s as big as my heart.

I had a sign made that hangs in our current home: “Walker’s House of Hope.” When I look at it, I say to God, “This is not it. But this is it for now.”

Seven years ago, we moved to a city that was in chaos and darkness. Today, we live in a home of chaos and light. And as I look around my busy kitchen table, I have never been more excited about the rest of my life.

About the Author

Taneasha Walker

Taneasha Walker is currently co-pastoring Word of Life Open Bible Church in Lehigh Acres, Florida, with her husband Dyecol. She serves on the Southeast Regional Board as an At- Large member. Taneasha has gained experience in every area of ministry, using this knowledge to effectively care for the local church body as well as the children that have been entrusted to her. She is passionate about prayer, utilizing it in every endeavor. In her free time, Taneasha’s hobbies include reading, singing, and traveling. 

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