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Quería una vida nueva   

Por Ryan (Red) Nehls 


Me resulta imposible relatar los primeros cuarenta y dos años de mi vida en unas cuantas palabras, así que destacaré algunos de los acontecimientos más importantes que me guiaron por la senda hacia Dios. Aunque la mejor parte realmente comenzó hace poco más de doscientos días.

Aunque mi historia es bastante común, no se cuenta con la suficiente frecuencia. Soy el producto de un hogar roto. Tuve un padre alcohólico y drogadicto y una madre huérfana. Se divorciaron cuando yo tenía siete años. Aunque ambos hicieron todo lo que pudieron para criarnos, la disfunción dejó un hueco que tardé cuarenta y dos años en llenar. Intenté llenar ese vacío de muchas maneras. Mi madre trabajaba en varios empleos para mantener un techo sobre nuestras cabezas y comida en la despensa. Esto nos obligó a mi hermana pequeña y a mí a valernos por nosotras mismos muchas noches y me obligó a desempeñar el papel de padre mucho antes de cumplir los nueve años. Empecé a portarme mal y a meterme en líos en el colegio para llamar la atención. No tardé mucho en empezar a beber y a consumir drogas para llamar la atención. 

A los trece años, el consumo de drogas y alcohol se había convertido en algo casi cotidiano. Comencé a reprobar todas mis clases y concluí: «¿Para qué preocuparme?». Me saltaba las clases para drogarme e intentaba por todos los medios pasar desapercibido en la vida.  

A los catorce años, la adicción se había apoderado completamente de mí. Hasta el día de hoy no sabría decir por qué pensé que robar un carro era una buena idea, pero en aquel momento tenía todo el sentido del mundo. Por supuesto, no tardé mucho en ser descubierto por la policía. Después de todo, tenía catorce años, estaba conduciendo solo, y un martes a las diez de la mañana. La policía me persiguió durante dos horas y media. Me enfrentaba a graves cargos por ser menor de edad y llevar drogas en el coche robado.

A los dieciocho años, yo había experimentado más dolor y pérdida que la mayoría de las personas en toda su vida. Pensaba que mi vida había terminado.

Dios tenía otros planes para mí, y los cargos se redujeron considerablemente. Pasé menos de un año en un centro de detención. Estaba decidido a hacer lo correcto. De ningún modo iba a volver a aquel lugar. Di un giro completo: nada de drogas ni alcohol. Me esforcé al máximo para regresar a la escuela. 

Entonces conocí a mi primer amor y rápidamente las cosas se intensificaron. A los quince años, ella estaba embarazada. Mi hijo nació el 4 de abril de 1996. Tuvimos la bendición de tenerlo unas horas antes de que un problema cardíaco se lo llevara. Éramos demasiado jóvenes para comprender por completo esta pérdida o para empezar a asumirla, así que lo ignoramos e intentamos seguir adelante con nuestra vida. Al poco tiempo, volvió a quedar embarazada. 

Nos comunicaron que nuestra niña tenía la misma condición cardíaca que nuestro hijo y que lo más probable era que no alcanzara el término de la gestación, pero que si lo hacía existía la posibilidad de realizar un trasplante después del nacimiento. El 4 de noviembre de 1997 nació nuestra hija. Gracie luchó y sobrevivió hasta el 11 de noviembre de 1997. 

InEn su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido. ¡A él sea todo el poder para siempre! Amén.

1 Pedro 5:10-11, NTV

Ahora, completamente devastado y con sólo diecisiete años, mi primera experiencia con Dios no me causó más que rabia. Poco después, la madre de los niños se enfermó y pensamos que era depresión. Cuando fue al médico, ya era demasiado tarde. En la primavera de 1998 le diagnosticaron cáncer. Aunque le pedí que se casara conmigo, dijo que no. Dios la llamó a casa en septiembre. A los dieciocho años, yo había experimentado más dolor y pérdida que la mayoría de las personas en toda su vida. Pensaba que mi vida había terminado. En aquel momento no sabía que Dios utilizaría estos acontecimientos para conducirme hacia Él. 

Los próximos veinticinco años se convirtieron en un círculo vicioso de dolor, drogas, vergüenza y culpa. El último año que bebí fue una auténtica pesadilla. Quería dejarlo, pero no podía. Las cosas se iban intensificando y sabía que no tardaría mucho en llegar a un punto en el que sólo habría una salida. 

El 28 de noviembre de 2022, todo salió a la luz. Sentado con una botella de vodka, cocaína y una pistola de 9 mm, de una forma u otra iba a acabar con todo. Estaba completamente destrozado y no veía ninguna salida. Cuarenta y dos años de dolor, rabia, abandono, traición, culpa y vergüenza salieron a la superficie y al igual que David clamando al Señor desde la cima de la montaña, grité. 

Al mirar atrás, me doy cuenta de que era la primera vez que oraba, y déjenme decirles que Dios respondió. Por aquel entonces, trabajaba con un señor llamado T.J. Vásquez. Tres años antes, T.J. había iniciado un grupo de recuperación para alcohólicos y adictos, Sober Soldierz. [https://openbiblemessage.org/2021/09/sober-soldierz/] ¡Dios había plantado una semilla tres años atrás para responder a la primera oración que yo hiciera! Así es como trabaja Dios. Y ni una sola vez en el último año se me había ocurrido ponerme en contacto con T.J., pero aquella noche la idea me golpeó directamente en la cara. 

No sólo quería dejar de beber y drogarme;
quería una vida nueva.

Me puse en contacto con él y al día siguiente asistí a mi primera reunión de Sober Soldierz (Soldados Sobrios). Escuché a hablar a muchos otros acerca de atravesar tantas pruebas diferentes en la vida, pero que Dios estaba cuidando de ellos, y Él proveería siempre y cuando se rindieran a Él. Yo quería ese Dios en mi vida. No sólo quería dejar de beber y drogarme; quería una vida nueva. Y eso es exactamente lo que encontré. Eso es lo que Dios me ha dado. 

Ese agujero en mi vida, ese vacío, había desaparecido. Empecé a buscar a Dios y a la recuperación. Al rodearme de personas que tenían lo que yo quería, así como el estudio diario de la Biblia, la oración y la alabanza, Dios me hizo un trasplante completo de corazón. Me quitó la ira, la vergüenza y la culpa y las sustituyó por empatía, compasión y amor. Dios estuvo allí todo el tiempo, pero yo no le había permitido entrar en mi vida. 

Dios no irrumpe por la puerta como John Wayne; cada mañana llama amablemente a la puerta, y me corresponde a mí abrírsela. Ahora puedo mirar hacia atrás, a los acontecimientos de la vida que solían traerme dolor, y agradecer por todos los pasos dolorosos que me han llevado hasta hoy. Dios sabía que yo necesitaba estar completamente quebrantado para buscarlo. Sabía lo que iba a hacer falta para convertirme en el hombre que Él dice que soy. Hoy realmente creo que estoy viviendo la vida que Él dice que debo vivir, siendo el hombre que Él dice que soy. Por supuesto, cometo errores y me equivoco todos los días, pero tengo la gracia y la misericordia por la sangre de Cristo. Sólo estoy tratando de ser un mejor hombre, un mejor cristiano cada día, propagando Su palabra de redención, salvación, esperanza y el mensaje de que SÍ NOS RECUPERAMOS. ¡Gloria a Dios! Y gracias a la Biblia Abierta y Sober Soldierz. No necesitaba doce pasos; sino doce apóstoles. 

About the Author


Ryan (Red) Nehls es miembro de la iglesia de la Biblia Abierta West Des Moines, en West Des Moines, Iowa, y participa de forma activa en la comunidad dedicada a la recuperación. Su vida gira en torno a Dios y la recuperación, alcanzando a otros para sacarlos de la oscuridad de la adicción a través de la esperanza y la vida de Cristo Jesús. 

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