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¡Y yo creí!

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And I Believed

Por Ximena Urra

Nací en Chile, soy la tercera de cuatro hijos. Aunque no vengo de una familia cristiana, mis padres creían en Dios a su manera. Cuando mi padre le propuso matrimonio a mi madre, quiso casarse en una iglesia metodista. Sin embargo, mi madre era católica nominal. En esa época muchos creían que si no te casabas en una iglesia católica y la ceremonia no era oficiada por un sacerdote, ¡no estabas realmente casado! Así que mi madre estaba muy preocupada, por la gran presión por parte de su familia. Una noche, mi madre tuvo un sueño acerca de Jesús. En el sueño, Él bendecía a una novia, como hacen los sacerdotes. Cuando se despertó, pensó: «Dios me está dando la bendición para casarme en la Iglesia Metodista». Así que se casaron. 

Mi padre decidió que criarían a sus hijos enseñándolos a creer en Dios pero no en los ídolos, quería que tuviéramos la libertad de elegir qué religión seguir. Menciono esto porque la salvación llegó a mi familia a través del testimonio de mi padre. 

Familia de Ximena (Chile)

Mis padres trabajaban en un hospital de rehabilitación infantil, mi madre como auxiliar de enfermería y mi padre como administrador. Ambos trabajaban mucho y durante muchas horas para mantener a nuestra familia. Aunque no teníamos mucho, mis padres nos enseñaron a compartir todo lo que teníamos. Cierta Navidad no podían comprarnos regalos, así que nos reunieron para explicarnos el motivo. Aprendimos que estar juntos era el verdadero regalo, y entonces nos animaron a regalar uno de nuestros juguetes para los niños sin hogar. Así que cada uno de nosotros limpió uno de sus juguetes y lo regaló.  

De pequeña, fui una niña de papá. Sólo encontraba refugio detrás de sus piernas. Por alguna razón, siempre tuve miedo y fui muy tímida; sin embargo, cuando estaba con papá, siempre me sentía protegida. Tuve problemas como adolescente. Era muy insegura. Sentía que la gente estaría mejor sin mí. Me sentía pequeña, no querida y no deseada. Los sentimientos eran como una semilla que crecía dentro de mí hasta que contemplé el suicidio. Los pensamientos me atormentaban. Intenté sin éxito acabar con mi vida de varias maneras. Recuerdo que corrí a la calle con la esperanza de que me atropellara un automóvil, pero mi hermana menor me detuvo. Me sentía desesperada. La vida me parecía demasiado difícil para mi. 

Sólo cuando cantaba me sentía mejor. Un día le pregunté a mi madre si podía escucharme cantar y decirme si creía que tenía voz para hacerlo. Por supuesto, le pedí que mirara hacia otro lado, ya que era demasiado tímida. Mientras cantaba, de repente se dio la vuelta y dijo emocionada: «¡Tú puedes cantar!!». ¡Y yo le creí! 

Artículo de prensa sobre la beca 

Durante ese tiempo, mi padre se convirtió y empezó a hablarnos de Jesús. Uno por uno, cada miembro de nuestra familia aceptó a Cristo como nuestro Salvador, todos excepto mi madre y yo. 

Cuando tenía 18 años, tuve la oportunidad de cantar en la televisión como parte de un concurso de canto y gané una beca para estudiar canto profesional. Fue un sueño hecho realidad. Mi madre era mi mayor fan. Mi padre continuó compartiendo conmigo sobre Jesús y me invitó a la iglesia. Asistí ocasionalmente, pero amaba mucho más la música. El sonido de los aplausos me hacía sentir el amor y la aceptación que anhelaba. 

Un día, me invitaron a cantar en la iglesia de mi padre. Nunca lo olvidaré porque fue la primera vez que Dios me habló. Me gustaría poder decir que Dios me dio una palabra de aliento, pero al contrario. Fue una amonestación. Mientras cantaba «Sublime Gracia»(nada menos que con una minifalda, una blusa sin mangas y unas uñas negras que hacían juego con mi corazón), oí una voz que decía: «Este es MI lugar ¡Si quieres fama, vete al mundo! ¡Este es MI lugar!». 

El miedo se apoderó de mí. Empecé a temblar. Olvidé la letra. Era una mentirosa. No entendía lo que era esa sublime gracia. Yo no era ese infeliz salvado. No conocía a Aquel que da gratuitamente esa gracia, pero aparentemente Él me conocía bien. Y yo estaba a punto de conocerlo a Él. 

A medida que pasaba el tiempo, no podía olvidarme del encuentro que tuve con Dios. Sabía que Jesús me llamaba. Estaba en una encrucijada. No podía evitarlo. El domingo siguiente fui a la iglesia y sin esperar el llamado al altar, me arrodillé en el púlpito. Con los ojos llenos de lágrimas, confesé mis pecados. «Señor, yo no te amo. Amo más la música. Pero si eres el Dios de mi padre, ayúdame a amarte más que a nada. Mi vida es tuya. . . . ». 

En ese momento, experimenté esa gracia sublime. La música había sido mi ídolo, y decidí dejarlo todo por Cristo. Dejé atrás mis sueños de ser cantante… así lo pensé. 

Mi iglesia no creía en el bautismo en el Espíritu Santo. Enseñaban que el libro de los Hechos era sólo historia. Aun así, nuestro grupo de jóvenes anhelaba más de Dios; por lo tanto, decidimos reunirnos solo para orar. Mientras orábamos, Dios nos bautizó a todos con el Espíritu Santo, y de repente empecé a adorar en un idioma que nunca había hablado. 

Oí una voz que decía: «Este es MI lugar ¡Si quieres fama, vete al mundo! ¡Este es MI lugar!».

Esto produjo muchos problemas en la iglesia; sin embargo, nuestros testimonios y la pasión por compartir el evangelio con todos los que nos rodeaban era evidente y real. ¿Quién puede decirle a Dios lo que puede o no puede hacer? ¡Lo que Dios comienza el hombre no lo puede detener! El Espíritu Santo es para hoy también 

 ¡Y yo creí! 

Meses después, durante un retiro de jóvenes, el orador invitado compartió sobre «encontrar tu ministerio». Dios me habló esa noche y me dijo: «Predicarás a través del canto, y dentro de poco te sacaré del país». ¡Y yo creí sus palabras! 

Volví a casa emocionada para contarle a mi madre mi experiencia. En ese momento ella todavía no era creyente, así que cuando le compartí lo que el Señor me dijo esa noche, se sonrió y dijo: «No tenemos dinero ni para tomar unas simples vacaciones, ¿y dices que te vas a ir del país?». 

Cuatro meses después me pidieron que me uniera a un grupo de música cristiana. Pensé: «Dios, he dejado de cantar. ¿cómo puede ser esto?». Así que oré al Señor, buscando su guía, y Él me respondió a través de Isaías 12:4-6: 

Cantad a Jehová, aclamad su nombre,
haced célebres en los pueblos sus obras,  
recordad que su nombre es engrandecido.
Cantad salmos a Jehová, 
porque ha hecho cosas magníficas;  
sea sabido esto por toda la tierra.
Regocíjate y canta, oh moradora de Sion;  
porque grande es en medio de ti el Santo de Israel. 

Alrededor de cinco meses después, estaba de gira por los Estados Unidos con el grupo de música cristiana, y mi mamá creyó, ¡fue el último miembro de mi familia en recibir a Cristo! 

Tiempo después, mi madre y yo tuvimos una conversación significativa que resultaría en sanidad para ambas. Ella no entendía por qué le costaba llorar. Humildemente le pregunté si había algo que aún no había confesado a Dios, así que oramos pidiendo la dirección de Dios.  

––«No me viene nada a la cabeza», dijo.  

Pero mientras oraba, vi una imagen con la palabra «aborto». En el mismo instante en que pronuncié esa palabra, mi madre comenzó a llorar, diciendo:  

––«Querida hija, ¡por favor, perdóname!».  

No entendía nada; estaba confundida. ¿Por qué me pedía que la perdonara?  

Continuó:  

––«Cuando estaba embarazada de ti, intenté abortarte. Tu padre no lo sabía. Teníamos problemas económicos. No había forma de alimentar a otro bebé. Cuando se lo conté a tu padre, se molestó mucho y me dijo que no importaba lo pobre que fuéramos, íbamos a tenerte». 

La sanidad que se produjo a partir de un secreto tan oculto fue profunda para las dos. Y por fin pude comprender que los sentimientos de no ser deseada, de no ser amada y de inseguridad eran emociones reales que comenzaron desde el vientre de mi madre. El aborto no funcionó porque yo ERA deseada. ¡Dios me quería! Dios tenía planes para mí. Y al final, ¡mis padres también me querían! 

Ximena con su mama

A veces, compartir nuestra historia puede traer recuerdos dolorosos, pero también nos recuerda la fidelidad de Dios y que todavía estamos en el proceso de ser más como Jesús. 

Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza. (Jeremías 29:11, NTV). 

Dios me dio esta promesa. Y yo creí. 

Un día leí un libro sobre la vida de Eliza Davis George, una misionera que sirvió en Liberia. La historia de su vida y su valentía me inspiraron. Yo también quería ser valiente. Decidí que serviría a Dios aunque tuviera miedo. Así que me uní a un equipo en un viaje misionero enfocado en la evangelización dentro de mi propio país. Fue una experiencia increíble ver a Dios moverse de una manera tan sobrenatural. Sabía que era sólo el comienzo de mi viaje en el ministerio. 

Conocí a mi esposo, Pablo, en 1989 durante mi primer viaje a los Estados Unidos. (Este hombre piadoso me seguía literalmente a todas partes, ¡pero esa es otra historia!). Después de un año de cartas y llamadas telefónicas, nos casamos en 1990 y me mudé a los Estados Unidos, donde comencé a trabajar como diseñadora gráfica para una editorial de libros cristianos en Miami, Florida. Mi jefa de entonces vio potencial en mí. Me enseñó todo lo que sabía y siempre me animaba diciendo: «¡Tú puedes hacerlo!». Y yo le creí, así que mi habilidad para el diseño floreció. 

A medida que mi carrera se desarrollaba, también lo hacía mi deseo de servir en las misiones. Pero mi esposo y yo no estábamos de acuerdo. Él solía decir: «¡Serviremos juntos, pero yo no voy a ser misionero ni pastor!». En lugar de ir contra de la corriente, opté por subirme a la ola en oración. Después de cinco años de imponer las manos sobre mi esposo en oración (mientras él dormía), en 1997 Dios puso en su corazón unirse a su primer viaje misionero a Venezuela. Durante ese viaje recibimos una palabra de Dios: «Pronto saldrán del país y se unirán a un ministerio internacional». Y nosotros creímos. 

Continuó:  ––«Cuando estaba embarazada de ti, intenté abortarte.

Muchos años han pasado, hemos servido fielmente a través de varios ministerios como Logos II de Operación Movilización donde visitamos 28 países compartiendo el evangelio junto a 200 voluntarios de todo el mundo mientras trabajábamos en la exhibición de libros flotante, formando parte de las inauguraciones oficiales en cada país, cantando frente a las autoridades gobernantes en cada puerto, visitando orfanatos, escuelas y hospitales, realizando programas al aire libre, proyectando películas de Jesús en los idiomas locales y distribuyendo libros y Biblias. Y a través de los años seguimos preparando grupos misioneros a corto plazo, desarrollando líderes través de INSTE y sirviendo a la Iglesia local y global. 

En octubre de 2016, fuimos ordenados como pastores del Templo de la Biblia Abierta en Miami, Florida. Aquí estamos nuevamente, cerrando el círculo desde el lugar donde comenzamos, pero el viaje de servicio al Señor nunca terminará. Todavía hay mucho que hacer. Sigo aprendiendo y anhelando ser usada por Dios para cumplir sus propósitos mientras confío en que «todo es posible para el que cree» (Marcos 9:23). 

Sobre el Autora

Ximena Urra

Ximena Urra vive en Miami, Florida, junto con su esposo, Pablo Urra. Ambos sirven como pastores del Templo de la Biblia Abierta. Ximena también trabaja como diseñadora gráfica independiente. Han visitado más de 40 países sirviendo en viajes misioneros de corto plazo a bordo del barco LOGOS II de Operación Movilización, y participando en otros ministerios. Ambos recibieron sus diplomas de Biblia y Teología del Seminario Bíblico INSTE Global (IGBC). Ximena forma parte de la Junta Directiva Nacional de Las Iglesias de la Biblia Abierta.

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 Un «Sí» costoso:  Plantar una iglesia en la capital del asesinato en Estados Unidos 

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La plantación de iglesias no es tarea fácil. Toda plantación de iglesias requiere fe, pero la «plantación en paracaídas», en la que los plantadores «saltan en paracaídas» a un lugar nuevo, partiendo de la nada y con pocos recursos o contactos, requiere un tipo especial de locura. Después de siete años de derramar nuestros corazones y almas en CityLife Church, una iglesia plantada en paracaídas en Wilmington, Carolina del Norte, mi esposo Mike y yo estábamos convencidos de que Dios nos estaba llamando a hacer algo diferente. Honestamente, creíamos que nos llamaba a las misiones. En retrospectiva, creo que lo estaba haciendo, sólo que no de la manera en que lo imaginábamos. 

Esta vez, nuestro «sí» nos llevó a lo que en ese momento era la capital del asesinato de los Estados Unidos

Ninguno de los dos deseaba plantar otra iglesia, pero la idea de hacer algo nuevo nos entusiasmaba. Así que, casi al final de nuestro período en CityLife, dejamos que la emoción de algo nuevo se gestara dentro de nosotros, aunque no teníamos ni idea de lo que se avecinaba.

Durante ese tiempo, sucedieron un par de cosas que Dios usó para hablar a nuestros corazones. La familia Vanartsdalen, amigos cercanos de CityLife, nos comunicaron que se mudarían para ayudar a plantar otra iglesia con la Biblia Abierta (lea más sobre su historia aquí). Mientras celebrábamos lo que Dios estaba haciendo con nuestros amigos, se reavivó dentro de nosotros un sentimiento que habíamos olvidado. (¡Nunca subestimes cómo tu «sí» puede afectar al de otra persona!).  Esa sensación era la emoción y la urgencia espiritual que viene con la plantación de iglesias. Ni Mike ni yo esperábamos volver a sentir esto, y nos sorprendió descubrir el deseo en nuestros corazones de plantar otra iglesia.

En un servicio de lavado de pies, Cala y Lindsay lavan los pies del nuevo miembro Yanting

Después de una conversación con nuestro director regional de la Biblia Abierta, Nathan Hagan, todo cambió. Cuando le contamos nuestro deseo inicial, comenzó a pensar en algunas opciones diferentes para que las consideráramos. A ambos nos sorprendió esta idea: «Si ustedes estuvieran interesados en plantar otra iglesia en la región, tal vez podría ser en algún lugar como Nueva Orleans». Aunque Nathan mencionó otros lugares, el único que recordamos es el que se nos clavó enseguida en el corazón. Nueva Orleans: ¡se pronunció la palabra, y el Espíritu respondió!

Desde el comienzo de nuestro matrimonio, Mike y yo decidimos que diríamos «sí» a cualquier cosa que Dios nos llamara a hacer. Esta vez, nuestro «sí» nos llevó a lo que en ese momento era la capital del asesinato de los Estados Unidos: Nueva Orleans, Luisiana. Resulta sumamente difícil desarraigar a tu familia y tu vida, mudarte a cientos de kilómetros de distancia a un lugar donde no hay familia, amigos ni seguridad. A pesar de estos retos, decidimos vender muchas de nuestras pertenencias, cargamos lo que pudimos en un camión y un remolque, ¡y partimos hacia lo desconocido!

Tan pronto como comenzamos a trabajar, nos dimos cuenta de que esta ciudad, esta plantación y este llamado serían diferentes de todo lo que habíamos hecho hasta entonces. Casi inmediatamente después de mudarnos, nos enfrentamos con un triple homicidio a cuatro casas de la nuestra, me asaltaron violentamente a mano armada y apuntaron a nuestros hijos con un revólver mientras jugaban al aire libre en nuestro barrio. Tuvimos que hacer frente a circunstancias de las que la mayoría de la gente supondría que huiríamos, pero cuando sabes que el Señor te ha llamado a una tierra, tienes que confiar en que te protegerá y te hará prosperar en ella. El sufrimiento es parte del llamado; si no estamos dispuestos a sufrir por el llamado, no participaremos de toda su bendición. «En cambio, alégrense mucho, porque estas pruebas los hacen ser partícipes con Cristo de su sufrimiento, para que tengan la inmensa alegría de ver su gloria cuando sea revelada a todo el mundo.» (1 Pedro 4:13, NTV).

OHR Nochevieja con varios miembros de la iglesia

Volvamos atrás, cuando supimos definitivamente que nos íbamos a mudar, Mike se sentó con nuestros hijos y les pidió que le ayudaran a elaborar una lista de oración de las personas que «soñábamos» que formaran parte de nuestro equipo. Algunos de los nombres en la lista fueron guiados por el Espíritu, otros eran candidatos, pero todos eran personas que pensamos que podrían estar lo suficientemente locas como para considerar mudarse con nosotros.

Antes de mudarnos a Carolina del Norte para plantar nuestra primera iglesia, les habíamos dicho a nuestros amigos Greg y Tina que sentíamos que ellos debían ir con nosotros. Creo que Greg se rio de Mike cuando compartimos esto por primera vez, ¡pero ahora son los pastores de CityLife! De forma similar, teníamos otra pareja amiga en Ohio con la que nos comunicábamos por videochat mientras nos preparábamos para plantar la iglesia en Nueva Orleans. Les contamos que nos íbamos a mudar y les pedimos que consideraran orar para unirse a nosotros. Estuvieron de acuerdo en orar, ¡pero estoy seguro de que pensaron que estábamos locos!

Tuvimos que hacer frente a circunstancias de las que la mayoría de la gente supondría que huiríamos, pero cuando sabes que el Señor te ha llamado a una tierra, tienes que confiar en que te protegerá y te hará prosperar en ella.

Es asombroso ver cómo Dios trabaja en las vidas de las personas, moviendo sus corazones para ser parte de algo que requiere una cantidad increíble de fe. Ya han pasado dos años, y el pastor Eric y Lindsay Baker están en Nueva Orleans con nosotros poniendo sus manos en el arado. Se mudaron de un pueblo pequeño a una de las ciudades más desenfrenadas del mundo. Ellos y sus siete hijos dieron su «sí» al Señor, dejando todo lo que habían conocido. En dos ocasiones les han robado el vehículo y, sin embargo, aquí siguen. Además de los Baker, Dios nos envió a otra persona que estaba en nuestra lista de sueños/oración sin que ni siquiera tuviéramos que pedírselo; la madre de Mike, Lynne, se unió al equipo y ¡ahora vive justo al lado de nosotros!

Ahora, estamos muy emocionados de ver lo que Dios está haciendo en OHR City Church. «Ohr» es la palabra hebrea para «luz», y también significa «poner orden en medio del caos» (¡tan apropiado para esta ciudad!). Aunque casi nada ha salido como pensábamos, creemos que todo está saliendo exactamente como Dios lo diseñó.

Uno de los miembros de la OHR, Ronnie, en una reunión de extensión en el parque.

En la actualidad nos reunimos todos los domingos por la noche en nuestra casa donde comemos, adoramos, soñamos, oramos y estudiamos juntos la Palabra de Dios. ¡Mientras que los adultos se reúnen en nuestra casa, los niños van a la casa de Mamá Lynne al lado! Nuestro equipo está creciendo, y todos nos estamos convirtiendo en una familia. Ninguno de nosotros sabe exactamente a dónde nos ha de llevar el Señor, ¡pero todos estamos dispuestos a descubrirlo! 

¡Si sientes que Dios te está llamando a emprender algo, te animo a que des un paso de fe y le des tu «sí» a Dios!


Sobre la Autora

Cala Dickey

Mike y Cala Dickey son los pastores principales de la más reciente iglesia plantada por la Región Sureste de la Biblia Abierta, OHR City Church, en Nueva Orleans, Luisiana. Antes de ir al bayou, Mike y Cala plantaron CityLife Church en Wilmington, Carolina del Norte. Les apasiona ser pioneros y plantar iglesias en áreas que necesitan desesperadamente a Jesús. ¡La familia Dickey está emocionada por lo que Dios está haciendo a través de OHR City Church en Nueva Orleans! Para más información, visite Ohrcc.com.

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No One Ever Told Me

Plantados y Arrancados:  Cómo renunciar a nuestras expectativas en la plantación de iglesias

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La plantación de iglesias siempre comienza con un «sí». Decimos sí y salimos con fe para establecer una iglesia – Su iglesia. Las palabras de mi pastor de la universidad resuenan en mi mente: «Llegará un momento en el que tendrás la oportunidad de escribirle a Dios un cheque en blanco para tu vida”. Mi esposo y yo tuvimos la oportunidad de vivir realmente las palabras de Jesús en Lucas 9:24: «Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, este la salvará.» (RVR1960). Firmamos nuestro cheque en blanco de la vida para seguirle diciendo «sí» a unirnos a nuestros amigos más cercanos en un viaje para plantar Seek City Church en Burlington, Vermont. 

El equipo de Seek City Church comienza los servicios dominicales en el teatro Roxy en julio de 2022

Burlington es una de las ciudades con menos iglesias en los Estados Unidos. Hay una oscuridad sobre esta ciudad derivada de muchas causas: la delincuencia, la drogadicción, la falta de vivienda, la espiritualidad de la Nueva Era y un arraigado dolor en la iglesia. Nuestro equipo contaba con una visión fresca y montañas de fe. Teníamos líderes y entrenadores que nos daban vida, nos animaban y nos edificaban para cumplir con la visión de salvación del noreste. Esperábamos que nuestra iglesia floreciera, que iniciásemos un movimiento que se extendiera como un fuego arrasador. Desafortunadamente, estas expectativas se convirtieron en mi meta en nuestro ministerio, y todo lo demás pasó a ocupar un segundo plano.   

Empecé a sentirme sepultada por las tradiciones y las expectativas de lo que es una plantación de iglesias «exitosa».

Comienza con un «sí», pero ¿cómo reacciona nuestro «sí» cuando no se cumplen las expectativas, cuando las puertas empiezan a cerrarse, cuando la visión no es suficiente, cuando la estrategia se ha agotado, cuando nos mantenemos firmes y el crecimiento que todos dicen que llegará… y no llega? Para nosotros, plantar empezó a ser como estar enterrados. La falta de crecimiento de nuestro equipo, el estrés financiero, la distancia de la familia y el apoyo, la pérdida del trabajo y una batalla personal continua contra la infertilidad hacían del terreno una carga pesada. Estos desafíos hacían que el ya laborioso viaje de plantar una iglesia pareciera casi imposible. Empecé a sentirme sepultada por las tradiciones y las expectativas de lo que es una plantación de iglesias «exitosa». 

Open Bible Mansfield y el pastor Dink reciben al equipo Seek y oran por su transición a Vermont

Pensé que necesitábamos el edificio, las luces, la publicidad, la presencia en las redes sociales y todas las demás comodidades modernas, y trabajé duro para conseguir estas cosas. Pero aparte de Jesús, me faltaba la única cosa que necesitábamos: ¡la gente! Estaba creando un lugar que parecía y funcionaba como todas las iglesias que había visto, para personas que no querían tener nada que ver con ese tipo de iglesia. Estaba ocupado construyendo un lugar para que la gente viniera, para que encajara perfectamente en esta iglesia, cuando eso no era lo que la gente de mi ciudad necesitaba. Eso no era lo que ellos necesitaban que fuéramos. Eso no era lo que Dios necesitaba que fuéramos. En mis esfuerzos bien intencionados, no dejé que Dios me guiara para alcanzar a la gente de la manera que Él quería. El Señor comenzó a hablar a mi corazón las palabras de 1 Corintios 3:7: «Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.». Cuando dijimos «sí» a la plantación de la iglesia, todo lo que el Señor nos pedía era que fuéramos obedientes en seguirle para cumplir la Gran Comisión. No nos pidió que tuviéramos una estrategia infalible o planes metódicos. Nos pidió que camináramos con Él y viéramos cómo Él daba el crecimiento, especialmente cuando el crecimiento no lucía como lo habíamos planeado.

Uno de los eventos de divulgación de Seek en Waterfront Park: ¡café y donas!

Vale la pena seguirle cuando nuestro plan no funciona, cuando la iglesia no tiene nuevos visitantes durante semanas o meses. Vale la pena renunciar a nuestras expectativas, y a las de los demás, por lo que Él quiere para Su iglesia. Tal vez todo el trabajo, el estrés, la preocupación y la duda es para lo que Él quiere: una persona, una vida, un encuentro, un momento. ¿Acaso no vale la pena la incertidumbre de nuestro plan y la sensación de fracaso de nuestros esfuerzos?  Quizá en lugar de filas de asientos llenos de corazones ansiosos, todo sea sólo por un asiento, un corazón. ¿Sería eso suficiente? ¿Seguiría diciendo «sí»? 

Tal vez todo el trabajo, el estrés, la preocupación y la duda es para lo que Él quiere: una persona, una vida, un encuentro, un momento.

Dios, lleno de gracia y misericordia, guio a nuestro equipo fuera de nuestra temporada de siembra. En Su soberanía, Él nos arrancó de nuestro campo misionero y nos llevó a una nueva ciudad para amar de manera diferente. Este año, nos hemos comprometido a llevar a Jesús a Buffalo, Nueva York. El Señor me ha enseñado que no se parecerá en nada a lo que esperamos, y le alabo por ello. Iglesia, me gustaría desafiarnos a todos con esto: ¿Nos atreveremos a reexaminar la tradición para alcanzar lo inalcanzable? Sin quererlo, ¿hemos estado abandonando al «uno» por la imagen de una iglesia de éxito? ¿Cómo está moviendo el Señor el corazón de Su Iglesia para que piense, mire, ame y dirija de manera diferente? El Salmo 77:13 dice: «Oh Dios, santo es tu camino.». Oro para que todos elijamos seguir Su camino y no el nuestro. 


Sobre la Autora

Erika VanArtsdalen

Erika VanArtsdalen es una discípula de Jesús, esposa de Kelly y plantadora de iglesias. Ha sido bendecida con oportunidades de ministerio en todo el país, como dirigir el ministerio de jóvenes y universitarios en Ohio, servir en una nueva plantación de iglesia en Carolina del Norte y lanzar Seek City Church en Vermont. Erika disfruta sirviendo a niños con discapacidades dentro de su comunidad durante su jornada laboral diaria como patóloga del lenguaje. También disfruta el pasar tiempo con su familia, la repostería, descubrir nuevas cafeterías, y jugar con su bulldog inglés, Myla. Erika y su esposo se mudaron recientemente a Buffalo, Nueva York, ¡para comenzar otro viaje de plantación de Iglesias! 

 

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Francia: Otro tipo de pobreza 

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Cuando la Junta de Misiones Globales anuncia sus planes de viaje para reunirse con nuestros pastores, misioneros o directores de campo, recibimos muy pocas objeciones cuando visitamos países como México, naciones de América Central o las islas del Caribe. Se espera que visitemos países de escasos recursos. Sin embargo, cuando hace poco anunciamos que íbamos a Francia, la gente se escandalizó. Los franceses son conocidos por su extravagancia, su riqueza y las exquisiteces. Son famosos por su increíble gastronomía, su ropa carísima y el mejor vino del mundo. Este país no está empobrecido como muchos otros a los que hemos ayudado. Pero Francia se enfrenta a otro tipo de pobreza muy concreta: la pobreza espiritual. 

La Junta de Misiones Globales en las calles de Dijon

En la década de los setenta, Francia experimentó un avivamiento que incrementó el número de cristianos del uno por ciento de la población a más de treinta y cinco por ciento. El Señor se estaba moviendo poderosamente, y la nación estaba cambiando. Las personas huían de sus ataduras y corrían hacia Cristo. En el transcurso de diez años el avivamiento fue silenciado debido a la persecución. y los cristianos huyeron a otros países en busca de su propia seguridad. Otra vez Francia se volvió una nación con un número de cristianos inferior al uno por ciento; se convirtieron en lo que podría llamarse un país espiritual del tercer mundo.  

Francia se enfrenta a otro tipo de pobreza muy concreta: la pobreza espiritual.

Pero en medio de todo esto, quedaba un remanente avivado. Había un grupo de creyentes, llenos del Espíritu Santo, que SABÍAN que Dios tenía un plan para la nación de Francia, para prosperar la nación con Su mensaje del evangelio completo. A pesar de enfrentarse a una nación en exceso secularizada e impía, el remanente seguía aferrado a la antigua esperanza de Jesucristo. 

El año 1989, el pastor Michel Marvane y su esposa Joelle se trasladaron a Dijon, Francia, para plantar una iglesia. Ellos confiaron en la Palabra del Señor y comenzaron a buscar Su rostro en favor de su ciudad y su nación. Pero Dios tenía planes de usar al pastor Michel para alcanzar al mundo. En 1996 el Señor lo envió a Madagascar, donde estableció una obra misionera para alcanzar a esa nación. Esa obra se expandió y él, junto con otros colaboradores en el ministerio, desarrollaron la Red de Antioquía, con sede en Dijon, Francia, donde sirve como presidente de la organización. Desde entonces, la Red de Antioquía ha plantado múltiples iglesias, escuelas e instituciones de enseñanza superior, y ha revitalizado iglesias ya existentes en Francia y en toda África. Cada iglesia tiene sus propios objetivos y visiones, pero comparten una misión sólida: ¡Expandir el reino de Dios! 

En la actualidad hay veintitrés iglesias de la Red de Antioquía en Francia. En el año 2010, el pastor Michel y su compañero de ministerio, el pastor Phillipe Montuire, se fijaron el objetivo de plantar cincuenta nuevas iglesias para el año 2037, ¡y han tenido un gran comienzo! Desde el año 2010, ocho iglesias han sido establecidas, cuatro se encuentran actualmente en las primeras etapas de la plantación, y diez iglesias desean unirse a la red. 

La junta de Misiones Globales pone sus manos en los líderes de la Red Antioch, Phillipe y Michel, para solidificar la asociación en el ministerio.

En Francia se está produciendo un lento crecimiento espiritual; por primera vez en un par de décadas, el porcentaje de cristianos evangélicos activos ha superado el uno por ciento de la población (más de 745.000 personas). Aunque nos alegramos de esa cifra, también sabemos que nos queda MUCHO trabajo por hacer. 

En marzo de 2024, la Junta de Misiones Globales tuvo el placer y el honor de viajar a Dijon, Francia, para reunirse con el liderazgo de la Red de Antioquía y los pastores de Le Tabernacle, la iglesia evangélica más grande de Francia. Tuvimos la oportunidad de escuchar el sentir de sus líderes y ver el fruto de su trabajo. Visitamos sus iglesias, predicamos en ellas y oramos con las personas.  

La Red de Antioquía… ha revitalizado iglesias ya existentes en Francia y en toda África.

Estamos muy complacidos de anunciar que la Red de Antioquía ha elegido estar bajo la cobertura de las Iglesias de la Biblia Abierta como embajadores de Misiones Globales. Vieron lo que Dios ha hecho históricamente en la Biblia Abierta y nos pidieron que nos asociáramos con ellos para expandir el reino de Dios en Francia, África, ¡y eventualmente en toda Europa!  

Debido a que creemos plenamente en esta misión, la Junta de Misiones Globales eligió la Red de Antioquía para ser el punto focal de nuestra ofrenda MVP Cosecha Global 2025. ¡Estamos pidiendo a las Iglesias de la Biblia Abierta en los EE. UU. que apoyen financieramente nuestro esfuerzo para expandir el reino de Dios en Francia! ¡Queremos recaudar $150.000 dólares para la Red de Antioquía en 2025 para ayudar a plantar cinco nuevas iglesias! 


Sobre el Autor

Mark Hornback

Mark Hornback ha servido desde junio de 2017 como pastor principal en la Primera Iglesia de la Biblia Abierta de Ottumwa. Forma parte de la Junta de Misiones Globales desde 2022 y ha participado activamente en los ministerios de MOVE desde 2020. Mark está casado con Jennifer, y tienen tres hijos: Alex, Lydia y Henry. 

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